Vero se disponía a abrir la puerta de
la cafetería para ir a su sitio preferido siempre que estaba libre, la esquina
izquierda del local. A la izquierda del local estaba la cristalería y a la
derecha la barra. Siempre se preguntaba cuál sería el motivo por el que la
mayoría de los hombres se situaban en la barra.
El camarero llegó a verla desde detrás
de la barra y le guiñó un ojo. Le daba a entender que la había visto y que en
cuanto pudiera le ofrecía lo que pedía siempre. Ella le correspondió con una
sonrisa. Vero echó un primer vistazo y pudo comprobar la presencia de un chico
que siempre estaba cuando iba ella a esa hora a la cafeta. De verlo tantas
veces y de verlo atareado con un lápiz en mano mientras tomaba un café le
llamaba la curiosidad. ‘Siempre con lápiz en mano ¿qué hará?’ Pensó ella.
-Aquí tiene señorita Verónica, su café
con mucha leche. - Le dijo el camarero cuando le dejó en mesa la consumición.
-Psss ¿Que hace el chico de la camisa
azul con el lápiz?- Le preguntó Vero aprovechando su buena relación.
-Descúbrelo tú misma- respondió con
una sonrisa picarona.
Ella empezó a maldecir por lo bajo
mientras removía el café aunque sabía que eso era lo más correcto. Dio el
primer sorbo y se concentró en observar al chico. Cogía un lápiz con firmeza y
hacía trazos, aunque a veces arrastraba la punta varias veces. A ella le
parecía que eso era dibujar.
El chico era alto y moreno, e iba
vestido informalmente. Lo que Vero no contaba era que él levantara la cabeza y
la mirase a los ojo. Ella agachó su cabeza todo cuanto pudo sin exagerar y se
hizo la loca, como si estuviera mirando de casualidad, pero mirando por el
rabillo de ojo a ver que hacía y dando otro sorbo al café.
‘¡Nooo! No te acerques...que vergüenza.
¿Y qué coño le digo como me pregunte que hacía mirándole?’
-¡Hola! Disculpa…- Le saludó el chico,
lo que hizo que ella levantara la vista
-Eh...Hola ¡Buenas!
-¡Y tan buenas!- Exclamó él mostrando
una gran sonrisa
‘Ni que lo digas. Dios...¡¡que ojos!!’
No le había llegado a ver sus ojos antes, eran verdes, unos verdes penetrantes.
-Te vi…-Empezó hablando él
-Sí, casi siempre me siento aquí – No
le dejó terminar Vero, adivinando por si la había pillado viéndole.
Él se echó a reír y acabó diciendo:
-Espero que para otras cosas me dejes
acabar.
-¡¿Eh!?- Le espetó ella. Aunque pensó
que no le importaría que lo dijese en doble sentido.
-¿Puedo…?- Preguntó sin acabar
agarrando la silla de enfrente a ella.
-La silla no es mía ni tiene un nombre
puesto.
Él lanzó otra risotada a la vez que se
sentaba y colocaba una libreta de dibujo en la mesa.
-¿Sueles ser así de borde siempre?
-Me puedo poner más borde…- dijo ella
toda sonriente.
-Bah, dejemos este rifi y rafe. Tengo
algo para ti pero no lo acabé. Hoy no me concentré al ver que me veías.
Vero se sorprendió al decirle que
tenía algo para ella ‘¿Algo? ¿Lo qué? Si nunca nos hemos relacionado...’
-Te veo hace días, coincidimos aquí,
ya me viste muchas veces pero nunca te fijaste tanto como hoy. En parte me
facilitó para acercarme a ti pero por otra no finalicé lo que te quiero dar. Me
llamo Sergio ¿y tú?
-Verónica, encantada.
Él se irguió para darle los besos de
cortesía y que ella los recibió muy gustosamente.
-¡Un placer! Mi momento de `kit kat`
terminó, tengo que irme.- Dijo él cuando sonó la alarma del reloj de la
muñeca.- Mañana nos vemos- y le guiñó el ojo.
-Hasta mañana…- Ella se quedó apenada
por la rapidez del encuentro.
Al día siguiente en la misma cafetería
pero antes de la hora habitual que iba Verónica…
Estaba pensativa en la esquina dándole
vueltas al café. Si solía estar inquieta, esta vez más. ‘¿Que me quiere
dar ese chico tan interesante?’ Le interrumpió de su ensimismamiento el
sonido de su móvil, tenía un whatssap de una amiga en el grupo de compis.
`Salida sábado tarde a las termas de
Chavasqueira!! No digáis que no mola ¡eh! Y podemos aprovechar para ir de vinos
a Ourense ¿Quién se apunta?`
‘Esta Ana siempre liándola, pero las
lía bien’ Iba a empezar a contestar cuando alguien posó un dibujo encima de la
mesa. Era Sergio. Retiró el móvil y se quedó fascinada por el dibujo.
-Solo hace falta que cobre vida-
contestó sonriente él.
-Y tienes a dos bordes enfrente de ti
- Vero se rio a carcajadas con su comentario- Es...idéntica a mí.
-En eso consiste el retrato- Él se
sentó cómodamente y prosiguió – Desde el primer momento en que te vi me
gustaste. Eres muy fotogénica y tienes unas facciones muy dulces.
-Ya me gustaría a mí dibujarte
tan bien como tú a mí.
-¿Y por qué no?
-Porque se me da fatal. ¿Conoces el monigote
de los Santos Inocentes? Es lo mejor que puedo hacer.
-Te propongo algo.- Ella quedó la
expectativa- Mañana a media tarde quedamos en la entrada de esta cafetería y te
vienes conmigo. Te ayudaré a que me dibujes.
‘¿¿Mañana?? Ya podía tener una doble...’
-Pondré todo de mi parte- Cogió el
retrato, lo enrolló y lo metió en su bolso.
Él se alegró mucho y se quedaron los
dos mirándose durante un par de minutos. No mirarle a los ojos una vez
que los había visto era difícil.
-Siento el corte, he de irme ¡Nos
vemos mañana a las seis!- Le contestó Vero y le pasó su mano por el hombro
izquierdo de Sergio.
Allí se personó Vero cerca de las
seis. Ataviada con un vestido verde que había comprado hace poco. Era cómodo y
fresco. Idóneo para un día tan bueno que hacía. Sergio se aproximó desde
la otra acera y la saludó obsequiándole un par de besos pausados.
-¿Y el blog del dibujo?- Le preguntó
ella.
- En el lugar a donde vamos a ir.- y
emprendieron la marcha hacia donde iba él.
Llegaron a la puerta de un garaje. Él
abrió y se adentraron. El garaje era grande y espacioso. Al fondo a la derecha
había una estancia decorada y adaptada para Sergio.
Había también un tresillo, un sillón y
una mesa baja y ancha.
-Estarás cómodo aquí -dijo ella
riéndose un poco.
-Mmmm sí. Vamos al lio. Siéntate
en el tresillo.
Sergio cogió un blog de dibujo y un
lápiz. Se sentó al lado de ella, le colocó el blog abierto en las piernas y le
ofreció el lápiz.
-Tienes un folio entero para una cara,
así no te distraes por hacer más.- le comentó.
Él le empezó a dar unas pautas y a
ayudarle donde se complicaba. A veces le sonreía y la vitoreaba donde lo hacía
bien. Cuando se empezaba a mirar la cara dibujada de él, ella sonreía
satisfactoriamente.
-¿Que, nos parecemos?
-Hay un ligero aire…- contestó ella y
se echó hacia atrás.
Él se quedó mirándola y le fue a
acariciar el pelo. Fue deslizando sus dedos a la mejilla y se aproximó a ella
para darle un beso muy tierno en los labios. Vero se dejó y le obsequió
con otro. Antes de seguir con algo más, ella quitó el blog de sus piernas y lo
colocó a un lado con el lápiz. Decidió sentarse encima de Sergio y siguió
besándole más apasionadamente. Mientras, le acariciaba y se restregaba contra
él. Los besos habían pasado a los lametazos y lengüetazos. Pasaba una y mil
veces sus manos por los brazos de él, y por el torso hasta que le quitó la
camiseta. ‘¡Mamacitaquerida! Guapo y buenorro’ Acarició su torso tonificado y
le siguió besando y acariciando con más vehemencia. Sergio le acariciaba las
piernas y ascendía sus manos a veces para cogerle de la cabeza y besarle con
tanto ímpetu como lo hacía ella. Volvía a descender las manos y al volver a
subirlas las metía por debajo del vestido para quitárselo. Los dos se
encontraban en un grado de excitación tan alto que deseaban más. Enzarzados
entre brazos y piernas se rozaban mutuamente y se saboreaban. Sutilmente él le
mordisqueó la oreja y le murmuró:
-¿Bien, Vero?
-Muuuy bien – contestó sonriente.
Sergio la cogió en brazos, la sentó y
se puso encima de ella. Su lengua recorrió desde la boca hasta el escote. Con
ayuda le quitó el sujetador blanco. Se quedó mirando los pechos y rozó con sus
dedos las aureolas. Prosiguió hacia los lados de los pechos sin tocar los
pezones.
-Sergio...no seas malo, toca ahí –
manifestó ella mientras se tocaba y se pellizcaba los pezones.
-Pues una de las cosas que más me
gustan es ver a una mujer masturbarse.
-Anda...estate callado y vente para
acá – Tiró de él hacia ella y le pegó un morreo a la vez que agarraba sus manos
y se las ponía en sus pechos. Él obediente acarició los pechos con más
fogosidad, pellizcó sus pezones y tiró un pelín de ellos. Miró que su cuerpo se
estremecía y decidió pasar su lengua por los pezones rosados que comenzaban a
ponerse duros. Los ensalivó y los mordisqueó levemente.
Vero gimió y se humedeció los labios.
Levantó su pelvis y quitó el tanga. Apoyó bien los pies en el suelo y echó el
cuerpo hacia adelante apoyando la cabeza. Sergio iba dispuesto a besarla cuando
ella le sujetó la cabeza y la bajó hacia su pelvis. Él no pudo evitar sonreír,
pero disciplinado la descendió. Deslizó su lengua repetidas veces por la cara
interna del muslo izquierdo y del derecho. Cuando notó que Vero se revolvía,
acercó le lengua poco a poco hasta el coño. Ahí pasó la punta de la lengua
lentamente hacia arriba y hacia abajo. Cada vez recorría con más presión.
Estuvo así un rato, y rozando muy levemente el clítoris, hasta que se animó a
moverla más velozmente al notar las sacudidas de Vero y al escuchar sus gemidos
y resoplidos. Entretanto, Vero tocaba y tiraba de sus pezones con sus dedos. En
esa situación, menándose sin parar y gimiendo cada vez más rápido llegó a un
gran orgasmo.
Ella, sonriente, murmuró:
-Ven aquí…
Él subió a la vez que la acariciaba y
se besaron lujuriosamente. Las piernas de Vero se enroscaban en el cuerpo de él
y las manos se escabullían por dentro del pantalón de Sergio.
-Que traviesa eres - Le susurro
él.
-¿Quieres que no lo sea? - preguntó
con tono pícaro
-Era una apreciación. ¡Me encanta! - y
de sopetón le pellizcó los pezones con presión.
En vez de molestarle, le puso más
cachonda. Echó a Sergio a un lado del tresillo, se aproximó a su bolso, cogió
una pinza y recogió su pelo largo. Regresó contoneándose y se lanzó a
desabrocharle el pantalón y a quitárselo. También le retiró el calzado, los
calcetines y el calzoncillo. Él se mostraba alegre y mirando divertido como le
quitaba todo.
-A ver si ahora te diviertes tanto –
Le dijo Vero en tono irónico.
Ella se colocó a un lado del tresillo
de rodillas mirando hacia Sergio y con el culo en pompa.
Le comenzó a acariciar muy lentamente
y muy suavemente la polla. Las caricias iban abarcando más, tocando también los
testículos y la zona del perineo. Se tomó su tiempo para que la polla estuviera
totalmente dura. Haciéndole sufrir un poco más, estuvo manoseando y lamiendo
los testículos sin tocar la polla. Luego a rozar la zona del perineo con un
poco de presión y tocando la polla con los dedos. Sonriente pensó que ya era el
momento de meterla en su boca. Pero antes, la lamería por los lados. Deslizó
muy despacio sus labios hacia abajo. Aguantó un momento y luego las ascendió
haciendo presión. Estuvo así un momento hasta que pasó la lengua por su capullo
y lo succionó un poquitín. Después con más frenesí le estuvo comiendo la polla
respirando con cierta dificultad por el gozo que sentía de la paja que le
estaba haciendo él. Los dos siguieron dándose placer hasta culminarlo con un
gran clímax. Exhaustos se dieron un beso muy ardiente y se recostaron.
Mientras él acariciaba sutilmente los
pechos de Vero, dijo:
- Ahora es el momento ideal para
dibujarte
- ¡Ah! ¿Sí?
-Entera y desnuda. Me encantan tus
curvas.
Ella sonriente le pasó el blog y el
lápiz
Mi participación al IV concurso Internacional de Relatos Eróticos del año 2016: