Me sientas en la cama y ante tu excitación, me sale una sonrisa pícara y
te miro a lo ojos. Lo deseas, mis manos recorriéndote, cada trozo de tu piel y
más en tu sexo. Pero te hago sufrir un poco, mis manos masajean tus escondites
más recónditos. Entreabro mi boca y dejo asomar mi lengua. Y con la punta la
paso por el glande. Tu sorpresa es tal que retrocedes pero en milésimas de
segundo me la metes entera en la boca. Ahora la saboreo entera. Tus movimientos
me indican que estás ante un orgasmo brutal. Y con ritmo, tus manos acariciándome
los hombros y la cabeza, llegas al orgasmo. Al mismo tiempo noto tus uñas
pasarse por mi espalda, de tal intensidad que las noto queriendose hundir. En el momento no me molesta, fue como un gustirrinín. Y que es tu forma de decirme que siempre me acordaré de aquel momento. Me levantas, me besas dulcemente y con tu mano derecha abierta acaricia la zona arañada como calmar lo que acabas de hacer.