Veronik Liberal

Veronik Liberal

miércoles, 29 de octubre de 2014

Pequeños gestos...Placenteros momentos

Las dos observaron cómo movía el culo el camarero que les acababan de atender, y las dos se quedaron absortas en sus pensamientos. Imaginaron la misma escena, el chico estaba haciendo un trio con ellas. El silencio latente entre ellas fue interrumpido por un estallido de risas que provenía de un grupo de chicas que pasaban por la acera en ese momento. Carol y Vero mostraron una leve sonrisa picarona y reanudaron la charla.

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Carol era una chica extrovertida que aprovechaba todas las ocasiones posibles para hacer bromas. Estar con ella, la diversión estaba asegurada.
Poseía una complexión delgada, unos ojos verdes claros, un pelo negro azabache y un moreno envidiable.
Con Víctor hacía muy buena pareja. Su novio de hace cinco años.
Carol, Víctor y Vero se conocieron hace un par de años a través de una página web de índole liberal. Habían congeniado desde el inicio, pero las chicas mucho más. Y cualquier ocasión era buena para quedar. Como esa noche, en la que Víctor se iba de copas con sus compañeros de baloncesto.

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Pero volvieron a callar cuando se acercó el camarero a dejarles las consumiciones. Le dieron un par de sorbos y prosiguieron.

-¡Que incordio es estar callando cuando se acerca alguien!- Expresó Carol

-No es para tanto mujer. El camarero ya no viene más a no ser que pidamos más copas.

-¿Por qué tenemos que ocultar que hablamos del mundo liberal?

-Por poder, puedes vociferarlo.

-Pero ateniéndome a las consecuencias, ¿no?

-Ya sabes cómo miran, actúan y hablan las personas del tema sin saber. Además de que te juzgarán…

- Y de las relaciones abiertas, otro tanto.

-Yo creo que no tanto, me parece que está “mejor visto”- hizo el gesto de las comillas con los dedos- pero puedo estar equivocada. Pero aun así son temas delicados para tratar en la sociedad. No lo entenderían, ni lo querrían entender.

-Nos tenemos encontrado Víctor y yo, parejas en el mundillo que no comprenden como podemos tener una relación abierta.

-Mientras se respete.- Elevó las cejas- Cada persona, cada pareja, es un mundo.

-Eso sí.- Alzó la vista y descubrió a un chico, sentado con sus colegas en una mesa próxima, viéndolas con interés. Él no hizo ademán de retirarles la vista. Ella le restó importancia y Vero comenzó con una nueva conversación.

Durante un buen rato charlaron animadamente entre bromas y sorbos. Las risas eran más frecuentes y en ocasiones escandalosas. Carol zanjó esa charla preguntándole a Vero:

-¿Has visto que ese nos sigue viendo?- Se refería al chico que las había visto antes.

-¿Y qué? Nosotras a lo nuestro, ¿no? O acaso…

-¡Que dices!- Carol hizo un gesto con la mano derecha dando a entender que con ella no lo intentara

-Pues bien que no te importaría con el camarero- Y le dirigió un guiño.

-Es distinto… ya vengo, voy al servicio

-¡Eso, escaquea, escaquea! Aprovecha para saludar al camarero- y le mostró una gran sonrisa.

Vero se quedó haciendo el paripé con la copa pero enseguida tuvo compañía

-¿Quieres otra copa? Yo invito- dijo el chico que las había visto.

Sus ojos azules intensos la hipnotizaron ‘¡Que ojazos!’ Pensó Vero. Se quedaron tanto tiempo viéndose uno al otro que apareció Carol con dos copas. En  un vuelo se excusó, dejó una copa en la mesa y se largó para dentro.

-¡Uy, que bien! Eres toda para mí.

-No vayas a empachar- dijo sin pensar Vero, para enseguida soltar una carcajada.

Velozmente, él se acercó a su cara para darle un par de besos muy cerca de las comisuras de los labios. Ella, innatamente, le correspondió y le ofreció asiento.
Sentada en la esquina de la barra, moviendo la pajita en la copa en todos los sentidos posibles, miraba a la pareja en cuestión a través de la ventana.

-Pena que esté trabajando, si no te acompañaba de muy buena gana- dijo el camarero que estaba enfrente de ella.

-Pues no sé qué estás haciendo hablando conmigo.

-Porque tengo un respiro y  me apetece. Estaría bien que quedáramos  un día.

Carol se le quedó mirando y pensó en un cambio de táctica.

-Y con mi novio presente ¿Aceptarías? No te va a montar ningún numerito, te explicaría el motivo de esta proposición.

El camarero se quedó perplejo, y después de intentar disimularlo, aceptó. Carol no pudo evitar sonreír y hacerle un guiño.

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Dos horas después…


El sonido de la puerta abrirse y las llaves resonaron por todo el piso. Las dos chicas avanzaron hasta cerrar la puerta.

-¡Hogar, dulce hogar! – Exclamó Carol

-Un poco más y no sabes meter la llave, ¡eh! – dijo Vero con retintín.

-Siempre me quedarás tú.- Sentenció

Se desplazaron hacia el tresillo del salón y se desplomaron en él.

-Mmm, que ganas de acomodarme- Comentó Vero

-¡Quién lo diría! No parabas de bailar con ese chico.

Se echaron a reír y siguieron recopilando anécdotas de la noche. Después de un rato, cuando empezaron a hablar más sosegadamente escucharon un sonido que provenía de la puerta de la entrada. Dirigieron su mirada hacia allí, comprobaron que Víctor apareció tras abrir la puerta.

-¡Vaya par de bombonazos me encuentro aquí! – Expresó mientras se acercaba al salón.

-Pero tú no estabas de copas con… 

Él no le dejó terminar de hablar y añadió:

-Tú lo dices, estaba.

-¿Y por qué ese cambio?- Preguntó Vero

-Porque me apetecía. No me esperaba encontraros aquí.

-¡Surprise!- dijo Carol con acento inglés y sonriéndole.


Él se arrimó al tresillo y se agachó para ofrecerle un beso muy tierno a su novia. Cuando se iba a separar, Carol lo enganchó con otro beso, esta vez más apasionado. Ante aquel momento íntimo, Vero se disponía a levantar pero una mano sujetó la suya para que no lo hiciese. Víctor interrumpió el beso para preguntar:

-¿A dónde crees que te vas?- Reptó su mano, pasó al brazo, paseó por el cuello, hasta llegar a la cara. Acarició su mejilla y deslizó su dedo pulgar por los labios finos de ella. Vero entreabrió la boca y asomó su lengua- Si lo estás deseando- murmuró.

Carol estalló con una risotada y se explicó:
-Está como  una gata en celo.

-¡Anda que tú no! – exaltó Vero

Víctor, sin dirigir ninguna palabra, agarró  por las manos a las chicas y se las llevó a la habitación.
Comenzó a dar un beso de tal manera a Vero que le hizo temblar las piernas, para enseguida dar  otro a su novia que la hizo enloquecer más. Ella, ni corta ni perezosa se desprendió de la camiseta que le ceñía. Se situó detrás de su chico, acarició su zona lumbar metiendo la mano por debajo de la camiseta y la fue ascendiendo arañando sutilmente la piel. Al mismo tiempo, él desabrochaba la blusa blanca de Vero lentamente pero ella se apresuró cuando se la quitaba. Víctor, sin parar de observar la delantera de Vero, la sentó en la cama. Hizo lo mismo con Carol.
Sin parar de contemplarlas con un deseo abismal dijo:

-Quiero veros juntas y revueltas

En un visto y no visto, estaban fundiéndose en u n beso muy lascivo. Entrelazando sus lenguas, humedeciendo sus labios y mordisqueándose. Al  mismo tiempo, se tocaban con ansia, y más en los pechos que fueron liberados de los sujetadores en un santiamén. Con sus dedos bordeaban cada pecho, cada aureola y cada pezón, y cada vez con más intensidad.

Víctor, con el torso desnudo, se subió a la cama colocándose de rodillas junto a ellas. Solo con ver aquella escena se había puesto como una moto. Posó su mano derecha en la cabeza de Vero y la izquierda en la de Carol. Las acarició despacio y arrimó su boca a la de ellas para zambullirse en aquel beso lujurioso. Las manos de él fueron descendiendo por el cuello y por la espalda. Y sin poder contenerse, también a  los pechos. Los de Vero, redondos y grandes, con aureolas y pezones pequeños y rosados. Los de Carol, redondos y medianos, con aureolas y pezones marrones y grandes. Después de recrearse en ellos, las chicas le hicieron parar.
Él extrañado, comprobó rápido porque fue. Sin evitar enseñar su sonrisa pillina. Las manos de ellas le estaban quitando el cinturón y el pantalón. Dejándolo en bóxer, acariciaron su entrepierna suavemente pero con una ligera presión. Él resoplaba y meneaba su cadera. Su polla no paraba de ponerse más dura. Ellas, la siguieron rozando hasta que decidieron quitarle la prenda íntima, junto con el pantalón que lo tenía bajado.
Víctor, adoptando la postura que tenía al borde de la cama, atrajo hacia él las chicas. Las fue obsequiando con besos, lametazos y lengüetazos. Los tres ya se encontraban muy excitados, pero cada vez querían tocarse más. El chico ayudó entre prisas a las chicas a quitarle la ropa que aún tenía puesta. Una vez desnudas, solo con tacones, Víctor pensó  ‘Son como diosas’.


Ellas se le acercaron, pícaras, y con sus manos hábiles juguetearon con la polla y los huevos. A la vez, entreabrían las bocas, humedecían sus labios, sonreían, se besaban entre ellas…
Él, extasiado, les mandó:

-¡Tumbaros en la cama, chicas!

Obedecieron sin rechistar, Vero se colocó a la derecha y Carol a la izquierda. Él, siguiendo de rodillas, empezó a tocar con cada mano a cada  una, desde los pies hasta la cara. Intercalando con besos lascivos a sus bocas. Sin parar de manosear los pechos y de chupar y succionar sus pezones. Sus cuerpos se retorcieron de placer. Momento que Víctor aprovechó para rozar sutilmente con los dedos el pubis de las dos. Cada vez con roces más intensos, y cada vez más cerca a sus sexos húmedos. En un instante, él estaba pasando su lengua por el coño de Carol y luego por el de Vero. Ellas rápidamente se alteraron.
Víctor se irguió un poco y se colocó entre ellas. Alargó cada brazo a la pelvis de cada una, para empezar a deslizar  los dedos por sus sexos húmedos. Repitió esa acción varias veces, hasta que decidió meterles dos dedos. Y con un ritmo constante, metiendo y sacando, notó lo bien que se amoldaban dentro de ellas.
Las dos chicas, aprovechaban algún momento para manosearse los pechos, sobre todo para tirar de los pezones. Él, disfrutaba viéndolas disfrutar, y seguía sin parar. Sus expresiones lo decían todo y sus gritos cada vez eran más y más ahogados.

Víctor percibió que estaban a punto de llegar al clímax, momento que aprovechó para pasar ligeramente el dedo pulgar por el clítoris de cada una. Y en un par de segundos el calor les invadió completamente, sus cuerpos se tensaron y aullaron de placer. Pasada la euforia se revolvieron y dirigieron miradas juguetonas  a Víctor