Veronik Liberal

Veronik Liberal

miércoles, 16 de octubre de 2013

Sensaciones en la ducha



Sonriente, pensando en el momento divertido que acababa de tener, bajó las escaleras para ir a la ducha. Al mirar que había una ocupada se adentró en la libre. En cuanto quiso abrir el grifo, escuchó:
-¡Vero!
Conocía la voz así que se asomó con picardía.
-No llego a mi espalda, ¿me das?- preguntó Carlos, exhibiendo una sonrisa cautivadora.
“No le voy a negar tal ayuda. Está totalmente pringado de sirope de chocolate”  Pensó ella. Entre risas y miradas le dio con la esponja por toda la espalda. Y el culo…
-Ya estás para otra
-Ahora date la vuelta, que también tú has llevado de lo lindo- dijo él riendo.
“Que graciosete” fue el pensamiento de ella.

Con la mirada perdida sentía la suavidad de la esponja recorriendo cada centímetro de su espalda. Él enseguida le dio la vuelta. Siguió dando por los hombros, pechos y el ombligo. Las risas se habían disminuido y se fueron convirtiendo en sonrisas picaronas. Una mirada de Carlos previó a Vero lo que iba a ocurrir. Lo conocía tan bien…
Con el grifo cerrado, sus labios se unieron para dar paso a un beso muy suave. Muy profundo. Hasta saciar la sed que se tenían uno del otro. Las manos de él no paraban de acariciar la piel mojada de ella. Las  manos de ella correspondían con lo mismo. Enzarzados, sus  besos aumentaban de ritmo y presión. La excitación de ella iba muy rápido. No se esperaba aquel momento con Carlos en aquel lugar. Las manos grandes de Carlos se posaron en los pechos grandes y redondos. Los manoseó, los miró con deseo y  fue a deslizar su lengua por ellos. De vez en cuando veía la expresión de Vero. Le encantada  observar la mirada que ponía. Paró y dijo:
-Fíate de mí, déjate llevar rubita.
“Bueno…algo va hacer” pensó ella. Exhibiendo una sonrisa, asintió. 

Él, abrió el grifo de la ducha. Cogió a Vero y, con cautela, la colocó debajo. El agua mojó su pelo rubio y fue resbalando por toda su cara y cuerpo. Ella no pudo evitar lanzar un grito de sorpresa ante la caída repentina de tanta agua encima. Carlos, le echó el  pelo hacia atrás y se colocó también debajo. Empezó a besarla. Los dos notaban la caída del agua sobre ellos mientras se sumergían en un beso muy lascivo. Pasada la sorpresa,  que para ella fue como una subida de adrenalina, se sentía como si estuviera debajo de una cascada.

Las manos, de los dos, correteaban por toda la anatomía de ambos. Como si fuera la última vez: se sentían, cada centímetro de sus pieles, se miraban con sinceridad, se sonreían sin timidez. 

Los dedos de él bajaron por el cuello de Vero. Pasaron por los pechos. Bajaron al ombligo. Descendieron al pubis. Ahí se detuvieron y  se movieron muy despacio. 

Los dedos de ella se introducían en la boca de él. Pasearon por el cuello. Rozaron los pezones. Bajaron al sexo. Dos dedos hacían un masaje rítmico a la polla. Cuanto más lo acariciaba más se alargaba. A Vero le encantaba notar la erección. Se deleitó en aquella sensación hasta que Carlos le mandó parar. Entonces, ella decidió agacharse. Su boca se encontraba enfrente de la polla rígida. Sacó su lengua y la pasó por el glande. Decidió colocar sus manos en las caderas de él. Y apoyó sus labios en el capullo. Fueron resbalando, ayudados por el agua de la ducha, hasta el fondo. Carlos lanzó un gemido ahogado e instintivamente echó las caderas hacia adelante. Ella mantuvo por unos segundos la polla quieta dentro de su boca. Luego la recorrió en sentido contrario dejando rastro de su saliva. Y empezó a mover rítmicamente su boca de arriba a  abajo. Su mano derecha se escapó  hacia la zona del perineo, para masajearlo suavemente y circularmente. Carlos no paraba de resoplar y mirar como lo hacía. Ella, como si lo adivinara, miró hacia arriba, coincidiendo sus miradas. Sabía que le excitaba. Eso hizo que él le agarrara  de la cabeza y marcara el ritmo. Hasta tal punto que eyaculó en su boca. A ella le gustaba que se corriera en su boca aunque luego no lo tragara. 

Al terminar él le regaló un beso muy pausado. Y sin afán de acabar, su mano derecha descendió al sexo de Vero. Con dos dedos rozó la zona con círculos. Un dedo se deslizó hacia abajo y dentro de ella. Y al mismo tiempo, el otro por el clítoris. Con un ritmo rápido y constante la estuvo estimulando. Ella cada vez jadeaba más, su cuerpo se estremecía más. La mirada desafiante de Carlos hizo que  fuera fulminante para llegar al gran orgasmo. Al relajarse vio que Carlos le acercaba el dedo impregnado de sus flujos a la boca. La abrió y lo saboreó.

Sus miradas hablaban y no hacía falta decir nada. Se pusieron las toallas y subieron. Al llegar, se encontraron con la novia  de Carlos. Mirándolos con diversión y sonrisa traviesa.
-¡De tu marido no se puede fiar!- exclamó Vero entre risas
Aquel momento fue interrumpido cuando empezó a sonar  " Gotan Proyect- Milonga de mi amor" . Al escuchar esa canción los tres se miraron con complicidad.