Veronik Liberal

Veronik Liberal

domingo, 29 de septiembre de 2013

Reflejando el momento que tanto ansiaban



Sus dedos se tambaleaban cuando cogía la taza de café. La impaciencia le traicionó y al querer darle el primer sorbo se quemó un poco los labios. Su cabeza solo tenía un pensamiento. Manuel. Tan absorbida estaba en su pensamiento que ni se percató del alboroto en la entrada de la cafetería en la que estaba. Ni se hubiera imaginado que después de cinco años lo conocería.

Coincidió con él en un foro  de temática liberal. Sin saber porque tuvo curiosidad por él pero quería ser cauta. Le sorprendió que después de un tiempo entrelazando posts por el foro que él le mandara un mensaje  privado. A pesar de querer conocerlo lo miraba muy lejano. Empezaron a tratarse virtualmente. Se sentía emocionada. Tenía educación, respeto y nada impaciente.

Después de casi un año tratándose, sin saber el motivo se dejaron de escribir. Pasados unos cuantos años lo encontró en una red social liberal. Se alegró dar con él e inició un día una conversación con él. No llegaron a ninguna conclusión porque dejaron de hablarse, pero lo que sí estaba claro es que estaban contentos de relacionarse de nuevo.

Con la mirada fija al café no dejaba de removerlo cuando escuchó:
-¡Hola rubita!

Había sido puntual. Estaba enfrente ella mostrando una gran sonrisa y unos ojos castaños muy brillantes.

Levantó la vista y sus miradas de toparon. Por  unos segundos se sentían solos en aquel lugar. Ella se relamió los labios y se levantó para darle dos besos muy cerca de los labios.

-Muy buenas Manu
-Y tan buenas con tu presencia ¡qué guapa! Más que en las fotos.- Haciéndole un guiño-¡da un giro para verte bien!

Con algo de timidez lo hizo. Llevaba un vestido negro que llegaba hasta las rodillas. Atado al cuello con unos tirantes que realzaban sus pechos. Con un cinto que marcaba sus cadera. Unas medias de rejilla y unos zapatos negros.

Él se arrimó a ella y le murmuró mientras la acariciaba la mejilla:
-Tú pensando en cómo vestirte y yo en como desnudarte
-¡Que original! – Comentó Vero para enseguida reír.- Voy a pagar mi café.


Comenzaron a andar hacia el coche de Manu. Los nervios de ella se fueron disipando y hablaba con Manu como si se conocieran de toda la vida. Habían hablado bastante antes, aparte congeniaban mucho. Al llegar al coche se adentraron.

-¡Vamos hacia allá! Hay que aprovechar la reserva que hice.- Dijo él mirándola de reojo. Ella sonreía por lo bajini.

Las sospechas de Vero se confirmaron cuando llegaron a la entrada del "Motel Venus". Lo conocía, mucha gente le hablaba bien del sitio, pero ella nunca fue. 

Una vez dentro de la habitación, ella la observó entera y con detenimiento. Se situó al pie de la cama y Manu se colocó al lado cogiéndola por la cintura. Encima de la cama había una rosa roja y al pie de la cama, enfrente de ellos, una mesa pequeña. Encima tenía un cubo con una botella de champán dentro. Las copas estaban al lado.

-¡Habrá que brindar por nosotros!- Exclamó él.
- y que perdure por mucho más tiempo- Terminó ella.

Con las copas en mano cada uno, antes de beber hicieron  un brindis. Él pronto retiró su copa pero ella la seguía teniendo. En ese momento, Vero, no sabía qué hacer, que decir, solo se limitaba a sonreír. Manu la veía con diversión, fijándose hasta el mínimo detalle hasta que decidió quitarle la copa. Dulcemente le acarició el pelo, el cuello y parte de su cara.

-¡Cuánto soñaba por tenerte conmigo!

Apartó la mesa a un lado y retiró la rosa de la cama. Cogió a Vero de la mano y  la sentó junto a él para echarla hacia atrás. Se quedaron mirando hacia el techo.

-Me encanta esta  suite. La decoración de esos espejos es una chulada, y el poder mirar el reflejo de tu belleza es un gustazo.

En el techo había varios  espejos con marcos blancos.
-Muy chulo, sí.- dijo ella

Acto seguido, Manu la besó suavemente a la vez que pasaba sus manos por los brazos y cadera. Vero lo interrumpió y se sentó encima de él. Levantando el vestido, coincidiendo su sexo con el de él. Moviéndose rítmicamente empezó a devorar la boca de él con ansia, para seguir dejando el rastro de su lengua por el cuello. Desabrochó la camisa de él para quitársela, e impaciente, con sus manos, recorrió el torso de Manu. Su boca lo besaba. Su lengua pasaba  por los pezones y aprovechaba para darles unos mordiscos suaves. Él, la cogió por la cara y la obsequió con un beso muy lascivo durante un buen rato.

“uff, si ya estoy excitada, no me quiero imaginar luego…” pensó ella.
“¡Dios! Como me pone esta niña” pensó él.

 La excitación era muy latente en ellos. Él estaba empalmado. Ella lo notaba, al rozar contra su sexo. Ella estaba bastante húmeda. 

Vero se reincorporó, desabrochó su vestido y se lo sacó. Él gimió al verla así. Con sus manos acarició sus caderas para ir ascendiendo hacia los pechos tapados por el sujetador. Ella seguía bailando sensualmente encima de él. Viendo su cara, sus expresiones. Además, jugueteaba con sus dedos; a querer introducirlos en su boca, lamiéndolos, chupándoles la punta…Al poco rato, desabrochó su sujetador, liberando sus pechos grandes y redondos. Enseguida fueron rozados por las manos de Manu. Los pezones se ponían más erectos y más oscuros. Él se irguió un poco, lamió aquellos pezones que le apuntaban. Ella lanzó un alarido de placer a la vez que arqueaba su cuerpo.  Le sujetó la cabeza con la mano izquierda para que se centrara en su pecho izquierdo mientras ella, con sus dedos derechos, pellizcaba su pezón derecho.

-¡Sí, sigue!- dijo ella con voz entrecortada.

La estimulación en los pezones le encantaba. Su cuerpo no paraba de moverse hasta que llegó a su primer orgasmo. Cayó rendida encima de la cama.

Él vio la mirada y la sonrisa de ella a través de los espejos de arriba. Aprovechó la ocasión para desnudarse y situarse encima de ella. Sus bocas se unieron de nuevo, ansiosamente y bruscamente. Mientras, él no paraba de acariciar arriba a abajo su piel suave hasta que él decidió parar y quitarle el tanga. Pasó sus dedos por el pubis un par de veces, otro par de veces más, hasta que decidió  colocar sus manos en las nalgas de ella. Atrayéndolo hacia su boca, sacó su lengua  para deslizarla por el sexo de Vero de abajo a arriba. Volvió a saborear aquella zona prohibida dedicándole un tiempo. Con la punta de la lengua, en un movimiento rítmico, estimuló el clítoris. Ella no paraba de gemir, de bufar, de moverse como  una poseída…Ella pudo observar la escena a través de los espejos. Eso le daba más excitación. Manu no paró en ningún momento hasta sentir que ella  había llegado al clímax.
En ese momento se encontraba bastante excitada. Aunque su cuerpo estaba candado, ella deseaba más y fue cuando escuchó decir él:

-¡Necesito follarte, me pones muy malo rubita!

En un movimiento rápido, ella se colocó a cuatro patas cerca del borde de la cama, y preguntó mientras le miraba:
-¿Cuánto de malo tengo que ponerte para que me des hasta al agotamiento?
-Date la vuelta, con la cara hacia mí. -“¿Quieres caña? La tendrás” pensó él.

Su polla empalmada apuntaba hacia la boca de ella. Abrió la boca, con la lengua rozó el glande pero enseguida lo succionó con ganas. Y sin dar tiempo a nada, fue chupando hasta el fondo. Luego sus labios subieron recorriendo cada centímetro de su polla dura.

-¿Preparada?
-Ni lo dudes.- Contestó Vero

Se colocó como estaba antes, a cuatro patas y esperando deseosa a que le diera. Él, apoyando sus manos en la cadera  fue metiéndola  dentro de ella lentamente. Siguió penetrándola despacio durante un tiempo hasta que decidió parar. Con la polla dentro. En un par de segundos empezó a introducirla a un ritmo rápido y fue aumentando la velocidad. A  un ritmo frenético la estuvo follando mientras escuchaba los gritos ahogados de ella. En un par de ocasiones sus gritos fueron más altos y su cuerpo se estremecía, pero Manu seguía hasta darle el mayor placer posible. Cuando  ella lanzó un gran grito y su cuerpo se tensó. A la vez, él  llegó a un gran orgasmo. Los dos se desplomaron en la cama. Acalorados y respirando muy rápido.

El espejo había sido testigo del encuentro.
-Hay que venir más veces a ver estes  espejos tan chulos.- Comentó Vero esbozando una sonrisa.
Él, se limitó a ver el reflejo de ella y corresponderle con una sonrisa pícara.



jueves, 5 de septiembre de 2013

"Siempre, tú serás mi juguete"



Aún faltaba tiempo para que llegase Alberto  así que colocó enfrente del ordenador para curiosear un par de páginas webs.
Habían quedado en casa de Vero. Después de tanto tiempo sin verse lo que más le apetecían era disfrutarse de uno y del otro.

Abrió dos pestañas, en una escribió  www.lamaletadelplacer.es  y en otra www.lamaletademorgana.com/es . Tenía ganas de experimentar con los juguetes sexuales pero nunca se atrevió  comprar ninguno, a pesar de que fuera a un sex-shop dos veces. Al principio se aturullaba con tanta información y tantas fotos pero a unos cuantos cliks ya se aclaró. Estaba tan absorta que no escuchó el timbre. Al poco tiempo su móvil que estaba encima de la mesa del escritorio se iluminó con el nombre de Alberto. Ella al verlo contestó.
-¿Dónde andas? Toqué el timbre y no saliste
-Pues no lo escuché. Estoy dentro. Ahora mismo voy

Abrió la puerta y allí estaba él. A ella se le caía la baba cada vez que lo veía y lo que más deseaba era gozar con él.
-¿Qué estabas haciendo para no enterarte?
-Hacer hacer, nada…

Y sin dejarle terminar, la atrajo hacia él por la cintura. Ubicó sus manos en las mejillas, acercó su boca a la de ella parando a escasos milímetros y dejándola entreabierta. “¡Dios! Apenas me hace nada y me pongo como una perra” Pensó Vero. Se muerde el labio inferior, lo relame y acerca más su boca a la de él, mientras, él baja sus manos por los hombros hasta llegar a las manos de ella. Cuando ella se dispone a saborear su boca, él echa su cara a un lado. Y en un visto y no visto la gira, dejándola de espaldas a él. Agarrándola por las muñecas y pegándose a ella le susurró:
-Hoy estoy muy travieso
-No me digas.-dijo quitándole importancia- Dame un momento, voy apagar el ordenador
-A saber que estarías viendo niña, lo voy averiguar…
-Umm, juguetes sexuales…así que no solo yo estoy travieso…- Vero le lanzó una mirada cómplice y se dispuso apagarlo.
-¡Listo! dime… ¿por dónde íbamos?


Y agarrándola de las muñecas y colocándola d espaldas a él  le preguntó:
-¿Estás segura de querer saberlo?
-Por supuesto- Aunque ella disfrutaba de aquello. Le excitaba. Se le estaba empezando a ser  una eternidad  besarle, acariciarle, morderle, lamerle…

Tal como estaban, Alberto la acercó al ventanal de la sala, desde allí se veía la sala de los vecinos y ellos dentro.
-Quiero que seas de use y disfrute hoy para mí, y a la vista de otras personas. Ya sabes mi faceta de exhibicionismo.
“Uff ¿justamente con los vecinos?” Pensó ella. El sentirse sometida a él le ponía tanto que era capaz de aceptar la propuesta sin miramientos.

Sin dejar de acariciar su anatomía se colocó enfrente de ella y sin más consideración le desabrochó el vestido de arriba abajo dejándola en ropa interior. Un sujetador y culotte a juego, de negro. Se los quitó lentamente percibiendo las sensaciones de su piel. Se colocó de nuevo detrás y  deslizó los dedos  desde la espalda hacia los pechos. Ahí, sujetó los pezones, y mientras se los pellizcaba le murmuró:
-Como pude apreciar antes, te gustan los juguetes, así que voy a sacar uno. Estate quieta  así, querida.
Mientras él lo sacaba de su bolso, Vero miraba a los vecinos. Era una pareja joven. Se habían instalado allí hace poco y pocas veces se cruzó con ellos.
-¿Notaron tu presencia?-Preguntó él mientras le ponía unas esposas en las muñecas.
-Él echó una ojeada rápida. Se quedó algo expectante.
-Bien- mostrando una sonrisa malévola.


Volvió de nuevo enfrente. Sus miradas chocaron, lo que ella callaba con la boca lo decía con los ojos. Los dedos de Alberto volvieron a pellizcar y a tirar un poco de los pezones rosados. Ella se retorció de placer. Agarró sus pechos y con ansia los lamía, los acariciaba, los juntaba. Con su lengua inquieta rozaba las aureolas, formando círculos de saliva para acto seguido succionar lo marcado.
-Así me gustan los pezones, duros y oscuros.

Para ella, era una liberación de la tensión que había manifestado. El morbo de la situación.
Los dedos de él descendieron hasta el pubis. Pudo notar que cada vez que rozaba tan sutilmente, el cuerpo de ella se sobresaltaba. En ese momento, cogiéndola desprevenida, fue a tocarle los labios con su lengua. Se separó. Esperó un minuto para ir ferozmente a besar aquella boca, que lo pedía a gritos. Durante un rato danzaron sus lenguas, mordisquearon y succionaron los labios, hasta que él decidió parar.
Vero empezaba a sentirse incómoda con los brazos atrás y agarrados por las muñecas.
-Shhh, tránquila…todo tiene su recompensa.

Alberto quería ver si los vecinos estarían mirando, por lo que como quien no quiere la cosa, mientras magreaba a Vero, se puso detrás ella. A la vez que besaba su hombro veía sutilmente de frente. Comprobó que la pareja miraba descaradamente. La chica, vestida, manoseaba la polla de su chico, desnudo. Eso todo hizo que Alberto se enderezara, viéndolos a la cara. Y que su mano derecha palpara bien el culo de Vero. Dos de sus dedos se escurrieron por él hasta llegar al sexo. Muy húmedo. Los deslizó suavemente de arriba abajo por los labios mayores. Otra vez. Y otra vez.
La respiración de Vero se hacía cada vez más acelerada y entrecortada. Su cuerpo se estremecía ante cada caricia en su sexo. Fue cuando él decidió introducir los dedos lentamente, y hasta el fondo. Sintiendo cada rincón dentro de ella. Dejándolos ahí dentro y quietos durante un rato, observó de nuevo a los de enfrente. Ella estaba agachada y de espaldas, él de pie con la cabeza ligeramente echada hacia atrás.
-¿Y si los invitamos?
-¿Y cómo vas hacer?- preguntó Vero
-Las señas son mundialmente conocidas
-Si es que te ven. Míralos, bien entretenidos que están.
Él, con su mano izquierda, agarró el pelo de ella y tirando de él le susurró:
-Nosotros también. Sé perfectamente que estás disfrutando con cada paso que hago- mientras, sus dedos jugueteaban dentro de ella.


Le soltó el pelo y se dispuso  pajearle. Con un ritmo acelerado y con pausas intermedias. Los gemidos de ella se convertían en gritos ahogados.
-¡Oh, sí nena! Grita, grita

Y con un ritmo más frenético le introducía y sacaba sin compasión. Ella se movía al son hasta que su cuerpo se tensó. Sus ojos estaban cerrados y la boca entreabierta lanzando un alarido de placer.
Enseguida, Alberto le quitó las esposas y la sentó en el sillón. Fue al ventanal y miró a la chica que  le estaba viendo con una sonrisa picarona mientras le guiñaba el ojo. Él le correspondió con otro y le indicó con la mano un adiós.

Se acercó a Vero, le acarició la mejilla, muy suavemente. Le besó en la boca dulcemente y le murmurró:
-Siempre, tú serás mi juguete
Ella esbozó una sonrisa y con sus dedos rozó los labios de Alberto.