Sus dedos se tambaleaban cuando cogía la taza de café. La
impaciencia le traicionó y al querer darle el primer sorbo se quemó un poco los
labios. Su cabeza solo tenía un pensamiento. Manuel. Tan absorbida estaba en su
pensamiento que ni se percató del alboroto en la entrada de la cafetería en la
que estaba. Ni se hubiera imaginado que después de cinco años lo conocería.
Coincidió con él en un foro de temática liberal. Sin saber porque tuvo
curiosidad por él pero quería ser cauta. Le sorprendió que después de un tiempo
entrelazando posts por el foro que él le mandara un mensaje privado. A pesar de querer conocerlo lo
miraba muy lejano. Empezaron a tratarse virtualmente. Se sentía emocionada.
Tenía educación, respeto y nada impaciente.
Después de casi un año tratándose, sin saber el motivo se
dejaron de escribir. Pasados unos cuantos años lo encontró en una red social
liberal. Se alegró dar con él e inició un día una conversación con él. No
llegaron a ninguna conclusión porque dejaron de hablarse, pero lo que sí estaba
claro es que estaban contentos de relacionarse de nuevo.
Con la mirada fija al café no dejaba de removerlo cuando
escuchó:
-¡Hola rubita!
Había sido puntual. Estaba enfrente ella mostrando una gran
sonrisa y unos ojos castaños muy brillantes.
Levantó la vista y sus miradas de toparon. Por unos segundos se sentían solos en aquel
lugar. Ella se relamió los labios y se levantó para darle dos besos muy cerca
de los labios.
-Muy buenas Manu
-Y tan buenas con tu presencia ¡qué guapa! Más que en las
fotos.- Haciéndole un guiño-¡da un giro para verte bien!
Con algo de timidez lo hizo. Llevaba un vestido negro que
llegaba hasta las rodillas. Atado al cuello con unos tirantes que realzaban sus
pechos. Con un cinto que marcaba sus cadera. Unas medias de rejilla y unos
zapatos negros.
Él se arrimó a ella y le murmuró mientras la acariciaba la
mejilla:
-Tú pensando en cómo vestirte y yo en como desnudarte
-¡Que original! – Comentó Vero para enseguida reír.- Voy a
pagar mi café.
Comenzaron a andar hacia el coche de Manu. Los nervios de
ella se fueron disipando y hablaba con Manu como si se conocieran de toda la
vida. Habían hablado bastante antes, aparte congeniaban mucho. Al llegar al
coche se adentraron.
-¡Vamos hacia allá! Hay que aprovechar la reserva que hice.-
Dijo él mirándola de reojo. Ella sonreía por lo bajini.
Las sospechas de Vero se confirmaron cuando llegaron a la
entrada del "Motel Venus". Lo conocía, mucha gente le hablaba bien del sitio, pero ella
nunca fue.
Una vez dentro de la habitación, ella la observó entera y
con detenimiento. Se situó al pie de la cama y Manu se colocó al lado
cogiéndola por la cintura. Encima de la cama había una rosa roja y al pie de la
cama, enfrente de ellos, una mesa pequeña. Encima tenía un cubo con una botella
de champán dentro. Las copas estaban al lado.
-¡Habrá que brindar por nosotros!- Exclamó él.
- y que perdure por mucho más tiempo- Terminó ella.
Con las copas en mano cada uno, antes de beber hicieron un brindis. Él pronto retiró su copa pero
ella la seguía teniendo. En ese momento, Vero, no sabía qué hacer, que decir,
solo se limitaba a sonreír. Manu la veía con diversión, fijándose hasta el
mínimo detalle hasta que decidió quitarle la copa. Dulcemente le acarició el
pelo, el cuello y parte de su cara.
-¡Cuánto soñaba por tenerte conmigo!
Apartó la mesa a un lado y retiró la rosa de la cama. Cogió
a Vero de la mano y la sentó junto a él
para echarla hacia atrás. Se quedaron mirando hacia el techo.
-Me encanta esta
suite. La decoración de esos espejos es una chulada, y el poder mirar el
reflejo de tu belleza es un gustazo.
En el techo había varios
espejos con marcos blancos.
-Muy chulo, sí.- dijo ella
Acto seguido, Manu la besó suavemente a la vez que pasaba
sus manos por los brazos y cadera. Vero lo interrumpió y se sentó encima de él.
Levantando el vestido, coincidiendo su sexo con el de él. Moviéndose
rítmicamente empezó a devorar la boca de él con ansia, para seguir dejando el
rastro de su lengua por el cuello. Desabrochó la camisa de él para quitársela,
e impaciente, con sus manos, recorrió el torso de Manu. Su boca lo besaba. Su
lengua pasaba por los pezones y
aprovechaba para darles unos mordiscos suaves. Él, la cogió por la cara y la
obsequió con un beso muy lascivo durante un buen rato.
“uff, si ya estoy excitada, no me quiero imaginar luego…”
pensó ella.
“¡Dios! Como me pone esta niña” pensó él.
La excitación era muy
latente en ellos. Él estaba empalmado. Ella lo notaba, al rozar contra su sexo.
Ella estaba bastante húmeda.
Vero se reincorporó, desabrochó su vestido y se lo sacó. Él
gimió al verla así. Con sus manos acarició sus caderas para ir ascendiendo
hacia los pechos tapados por el sujetador. Ella seguía bailando sensualmente
encima de él. Viendo su cara, sus expresiones. Además, jugueteaba con sus
dedos; a querer introducirlos en su boca, lamiéndolos, chupándoles la punta…Al
poco rato, desabrochó su sujetador, liberando sus pechos grandes y redondos.
Enseguida fueron rozados por las manos de Manu. Los pezones se ponían más
erectos y más oscuros. Él se irguió un poco, lamió aquellos pezones que le
apuntaban. Ella lanzó un alarido de placer a la vez que arqueaba su
cuerpo. Le sujetó la cabeza con la mano
izquierda para que se centrara en su pecho izquierdo mientras ella, con sus
dedos derechos, pellizcaba su pezón derecho.
-¡Sí, sigue!- dijo ella con voz entrecortada.
La estimulación en los pezones le encantaba. Su cuerpo no
paraba de moverse hasta que llegó a su primer orgasmo. Cayó rendida encima de
la cama.
Él vio la mirada y la sonrisa de ella a través de los
espejos de arriba. Aprovechó la ocasión para desnudarse y situarse encima de
ella. Sus bocas se unieron de nuevo, ansiosamente y bruscamente. Mientras, él
no paraba de acariciar arriba a abajo su piel suave hasta que él decidió parar
y quitarle el tanga. Pasó sus dedos por el pubis un par de veces, otro par de
veces más, hasta que decidió colocar sus
manos en las nalgas de ella. Atrayéndolo hacia su boca, sacó su lengua para deslizarla por el sexo de Vero de abajo
a arriba. Volvió a saborear aquella zona prohibida dedicándole un tiempo. Con
la punta de la lengua, en un movimiento rítmico, estimuló el clítoris. Ella no
paraba de gemir, de bufar, de moverse como
una poseída…Ella pudo observar la escena a través de los espejos. Eso le
daba más excitación. Manu no paró en ningún momento hasta sentir que ella había llegado al clímax.
En ese momento se encontraba bastante excitada. Aunque su
cuerpo estaba candado, ella deseaba más y fue cuando escuchó decir él:
-¡Necesito follarte, me pones muy malo rubita!
En un movimiento rápido, ella se colocó a cuatro patas cerca
del borde de la cama, y preguntó mientras le miraba:
-¿Cuánto de malo tengo que ponerte para que me des hasta al
agotamiento?
-Date la vuelta, con la cara hacia mí. -“¿Quieres caña? La
tendrás” pensó él.
Su polla empalmada apuntaba hacia la boca de ella. Abrió la
boca, con la lengua rozó el glande pero enseguida lo succionó con ganas. Y sin
dar tiempo a nada, fue chupando hasta el fondo. Luego sus labios subieron
recorriendo cada centímetro de su polla dura.
-¿Preparada?
-Ni lo dudes.- Contestó Vero
Se colocó como estaba antes, a cuatro patas y esperando
deseosa a que le diera. Él, apoyando sus manos en la cadera fue metiéndola
dentro de ella lentamente. Siguió penetrándola despacio durante un
tiempo hasta que decidió parar. Con la polla dentro. En un par de segundos
empezó a introducirla a un ritmo rápido y fue aumentando la velocidad. A un ritmo frenético la estuvo follando
mientras escuchaba los gritos ahogados de ella. En un par de ocasiones sus
gritos fueron más altos y su cuerpo se estremecía, pero Manu seguía hasta darle
el mayor placer posible. Cuando ella
lanzó un gran grito y su cuerpo se tensó. A la vez, él llegó a un gran orgasmo. Los dos se
desplomaron en la cama. Acalorados y respirando muy rápido.
El espejo había sido testigo del encuentro.
-Hay que venir más veces a ver estes espejos tan chulos.- Comentó Vero esbozando
una sonrisa.
Él, se limitó a ver el reflejo de ella y corresponderle con una
sonrisa pícara.