Veronik Liberal

Veronik Liberal

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Situaciones en una cafetería

Miré entrar en la cafetería a dos chicos, estaba tomando un café recién hecho. Ya había leído el periódico que cogí de la barra. Cuando ellos se dirigieron hacia allí. Uno era rubio y el otro moreno.

Desde donde estaba sentada podía mirar a casi todo el mundo. Pero mis ojos iban detrás del moreno, así que decidí llevar el periódico a la barra para verlo más de cerca. Pude contemplar que tenía unos brillantes ojos castaños, una sonrisa muy bonita, brazos fuertes pero no musculosos y un cuerpo bastante elegante.

No me esperaba que coincidieran nuestras miradas, así que reaccione cogiendo otro periódico y yendo hacia donde estaba sentada. Notaba como el rubor se hacia latente en mis mejillas, así que puse el periódico delante de mi cara, y cuando se me paso, puse el periódico encima de la mesa. Dirigí mi mirada hacia donde estaban; el rubio ya no estaba, pero el moreno seguía allí, tomando algo y mirando para los lados, parecía aburrido.

Hojee el periódico y cuando iba a ver al chico de nuevo me sobresalté, estaba enfrente mía y sin mediar palabra se sentó. No sabía que decir, el tampoco dijo nada. Estuvimos un buen rato manteniendo la mirada hasta que apareció una chica, preguntaba si podía coger el periódico para lo que estaba leyendo...

Noté un roce como una ligera brisa en mi pierna desnuda, llevaba minifalda, no sabía que hacer… ni decir… tan solo deseaba que se fijara en mi el chico. Tal era la vergüenza que me subía la libido.

Eché la vista a un lado y me fijé en que la chica que vino a por el periódico nos miraba, mordisqueaba el labio y balanceaba las piernas. Era muy guapa, con unos ojos verdes, irradiando misterio. No pude apartar la vista hasta que noté un cosquilleo en mis manos que me hizo reír. El chico por fin se mostraba juguetón...

Me asusté cuando percaté unas manos muy suaves en mi cintura, sentía un mordisquito en mi lóbulo derecho y que me susurraban “Tengo muchas ganas de jugar contigo y que ese chico nos mire”.

 Le sujeté las manos y giré un poco mi cabeza, era ella, coincidieron nuestras caras, nos mirábamos con demasiado interés, mojé mis labios, los acerqué a los suyos y sin mediar palabra la besé. La lascivia se había apoderado de mí. Cuando separamos las bocas me levante, cogí su mano para llevarla al baño, no sin antes pasar mi dedo por los labios del chico. Había gente en la cafetería, notaba miradas...pero no quería dejar pasar aquello que cada vez me excitaba más.

Apoyada contra la pared del baño, empecé a acariciar su lindo cuerpo, milímetro a milímetro. Noté que aumentaba su respiración cuando rocé ligeramente mis dedos por sus pechos. Con la punta de mi lengua rocé sus ansiados labios, mis manos se apoyaban en sus caderas. Ella sin reprimir sus ansias me dio un buen morreo y me subió la minifalda. El chico estaba en la puerta mirándonos, lo percataba, la chica a veces le dirigía la mirada. Le bajé las asas del vestido y del sujetador a medida que avanzaba con mis besos, saboreándola.

Le quité el sujetador, empecé por acariciar sus pechos, sus pezones pequeños que se ponían duros...con mi lengua avispada los acariciaba y les mandaba un bocadito. Era muy placentero verla disfrutar. Mis manos se escabullían a sus piernas firmes, se deslizaban por sus muslos, y cuando estaban por el muslo interior ella suspiraba más.

Mi mano ya se encontraba en su pubis, su mano la puso encima de la mira para que tocara sin miedo. Me excitó bastante, noté su tanga húmedo, mis dedos se escondían por debajo y la encontraba muy mojada. Mis dedos tocaron su clítoris, pasaron alrededor de su sexo...y entraron dos, los movía rítmicamente... Ella tocaba mis pechos, pasaba su dulce lengua por el cuello... el escote... hasta llegar a los pechos, y los comía.

Gozaba tanto que daba gusto, no paré hasta que quedara extasiada. Nos entregamos con un morreo muy húmedo. Esbozamos unas sonrisas de satisfacción y observamos al chico con su miembro fuera del pantalón, estaba muy empalmado. Ella se vistió, me comentó que quedara allí, fue a junto del chico, le dijo algo, quedando ella ahora en la puerta.

El vino a junto mía, me dio un besos con lengua y me apoyó contra la pared. Nos acariciábamos con mucha ansia. Estábamos tan calientes que nos acercamos a los lavabos, me apoyé en uno de ellos mirando para el espejo y el me penetro  frenéticamente con embestidas rápidas y lentas. Por el espejo pude ver a la chica que se estaba tocando los pechos y mordisqueando el labio inferior.

Aquel panorama me puso hasta tal punto que me corrí con él. Cuando acabamos, miré por el espejo a un hombre detrás de la chica, por la ropa era un camarero, echó una sonrisilla un poco maliciosa.

Cuando salimos los tres, los camareros se quedaron expectantes, el resto de la gente seguían con lo que estaban haciendo...



sábado, 3 de septiembre de 2011

El cartero llama dos veces

Estaba muy excitada. Tus dedos están apretando mis pezones, los noto duros, los aprietas y das unos roces que no puedo dejar de sentir unas cosquillas que se transforman en hondos escalofríos que recorren mi cuerpo y se concentran en mi sexo, donde tus dedos empujan con firmeza hacia en interior, provocando mayor placer al estimular mi clítoris con tu pulgar. Me estoy mojando, el bao que sale por mis labios se mezcla con el ambiente húmedo del baño. Mis labios están pegados en tu hombro, deseo morderlos,  pero no puedo. Es tanto el placer que estoy sintiendo que por momentos me mareo. Cierro los ojos y me dejo llevar. Suena el timbre. Mi orgasmo está próximo. Siento como mi cuerpo esta a punto de liberar todo su placer contenido. Sigue sonando el timbre con insistencia.

“Es mejor que vaya” dijo Juan. Mi cuerpo conserva todavía el calor próximo al éxtasis.
“Voy contigo” respondí esbozando una ligera sonrisa.
Era el cartero. Se quedó mirándome de arriba abajo. Fijándose sobre todo en mi voluminoso pecho.
“¿Algo importante?” Entre incontrolables gestos pregunto mi chico.

Mis manos estaban tocando y palpando su culo, es algo que a mi me excita y a él le irrita y pone nervioso. Y más cuando aproveche la barrera de la puerta me ofrecía para que mis dedos tomaron su cintura y son sutileza tocara su pene, acariciándolo y dando pequeñas sacudidas. Una vez que se cerró la puerta dejo la carta, y soltó la toalla dejándola caer fingiendo que estaba demasiado enfadado, posó sus manos en mis caderas y me susurró al oído “ eres muy traviesa…” “no se si te gustaría que estuviese en medio el cartero, eh pillina”

“Tendría su morbo” contesté

Mi cuerpo quedó a su vista. Lo contempló como si de su premio se tratase. Lancé un ligero gemido cuando rozó de nuevo sus dedos en mis pezones, no hizo falta más tiempo para que se pusieran duros. Al instante mi mano se escabullía por debajo de sus piernas y noté como la tenía de dura. La empecé a acariciar y notar sus testículos duros. Su mano inquieta no paraba de pellizcarme los pezones y de estimular mí clítoris…estábamos los dos muy excitados.
Él se agachó y saboreó. Su lengua no dejaba de empujar provocando que volviera a estar tan excitada como antes de salir de la ducha. Su boca chupaba y tragaba cuando flujo emana de mi interior. Me estaba corriendo…Los embistes de su lengua y su boca provocaba que me dieran espasmos y sacudidas, no pude evitarlo y presionando su nuca contra mi cuerpo le di a comer del rico manjar que habita en mi cuerpo. Me dio la vuelta, acarició mi culo susurrando con voz de deseo “que ganas…”

De repente sonó otra vez el timbre, le dije a Juan que no abriera pero no me hizo caso. Cerró la puerta, se acercó, en su cara veía dibujada una sonrisa extraña. De pronto sin esperármelo un hondo escalofrío me recorrió cuando sentí otras manos tocando mi sexo por la espalda, mire a Juan y el me susurro …” tranquila tienes a tu chico a tu cartero”

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Me acerqué a Juan, mientras sentía como las  manos de nuestro invitado me recorrían. Sus roces cada vez me excitaban más, frotando mi sexo con intensidad hasta que me mojó. Hundió sus dedos en mi interior y cuando estaba a punto de estallar paró. Como si fuera un gato comenzó arañar mi espalda de forma sutil y provocativa, bajando desde mi espalda hasta llegar  nuevamente a mis nalgas, de pronto sus manos están tocando mis ingles y separando mis piernas note lengua lamiendo mi sexo. Aquello me calentó. Tanto que me acerque a Juan  y sin decir palabra mis manos tomaron su miembro y apartando la piel que cubría su glande comencé a succionárselo. Juan se acercó más, mientras notaba como el rostro de nuestro invitado se pegaba mas a mi culo en pompa mojándose con mis flujos como un sediento de agua. Las sensaciones que recorrían por mi cuerpo eran para mí hasta ahora desconocidas.
Juan agarraba mi cabeza, empujándome contra él con un poco más de fuerza. Apartando mí pelo. Y yo disfrutando de ambos hombres. Mis ojos estaban cerrados, concentrándome en el placer que sentía, de pronto ambas manos se hicieron con mi cuerpo, notaba como unos dedos acompañaban a la lengua de nuestro invitado, jugando entre mi sexo y mi ano, y Juan pellizcándome los pezones de una manera que no podía estar excitada al borde de explotar. Mi calor se concentraba cada vez más. Estaba tan cachonda como nunca antes me había pasado.

De pronto, nuestro invitado se separó. Abrí los ojos y mirando para Juan, ví como con sus ojos le daba su visto al cartero que no tardó en bajar la cremallera y desabrochar el botón para acercar su pene a mi cuerpo. Comenzó a frotarlo contra mi sexo. Por los roces mi mente imaginaba un miembro grueso, aquello me deliraba. Quizás no tan gruesa como Juan,  pero si apetecible. Sus dedos volvieron a rozar mi sexo e impregnándose de mi flujo, los clavó en mi ano. Notando como un dedo traspasaba el orificio hasta el interior de mi cavidad. Abrí los ojos como platos del gusto y placer que aquello me profirió sabiendo que no era Juan.
Aceleré el ritmo de mi boca, Juan estaba desbordado, sus manos se apoyaron en su costado meneándose también con más fuerza hacia mi. Estaba a punto de hacer eyacularle cuando semejante miembro entró en mi ano. Con delicadeza y suavidad fue entrando. Tanto era el gusto que sentía que solté el pene de Juan y mirándonos le susurré con los labios “ Fóllame”