Ante el plan imprevisto, me fui apresurada a vestirme. Mis
pensamientos andaban a mil por hora, no sabía que ponerme. Así que decidí parar
dejando mi mente en blanco y viendo la ropa que tenía en el armario.
***
Vero se había conectado al “msn” como costumbre. Cuál fue su
sorpresa que vio conectado a Manu, y más que le hablara. Pasados un par de
minutos ella aceptó con timidez la propuesta que le hizo él.
En el fondo, le encantaría verle, pero ir hasta su trabajo
le imponía algo. Él le dejo claro que no había ningún problema, que estaba solo
trabajando de vigilante de seguridad. Él le mandó un par de indicaciones para
que supiese en donde estaba. A Vero no le resultaba complicado, conocía la
zona.
***
“¡Listo! Esta falda verde con la blusa negra” Consideré al
final.
Me vestí pensando en todos los momentos que tenía con Manu.
Era de los pocos chicos que me ponían cachonda con una simple mirada. ¡Y
lo hacía todo tan bien! Me coloqué el
abrigo, cogí el bolso y me fui para el coche. Arranqué y me dirigí hacia la
nave en donde estaba Manu. Se notaba que era la noche del domingo, muy poco
tráfico. Llegué rápido y aparqué justo detrás de su coche.
Al acercarme al portal con paso ligero le mandé un toque al
móvil, conforme estaba allí. Escuché el portal abrir y apareció él. Mis ojos se
abrieron como platos. ¡¡ Como le quedaba la ropa de vigilante!! La sonrisa que
mostró Manu hizo que me empezara
humedecer.
-Pasa Vero.- dijo él
Nos adentramos hacia la garita y nos dimos dos besos de
cortesía. Empezamos a hablar un poco de nuestras vidas. Hacía bastante tiempo
que no sabíamos uno del otro, había tenido un viaje de curro. Mientras charlábamos, yo no paraba
de observarle. La ropa de vigilante le
hacía más corpulento de lo que era, y la pistola sujeta a un cinturón
imponía mucho más. A veces me pillaba cuando quería ver hacia su paquete.
Aunque no quisiese, mis colores salieron a relucir. Notaba calor en mi cara y
cada vez más en el resto de mi cuerpo.
-Creo que a la conversación no le estás dando demasiada
importancia, ¡eh, niña!- dijo mientras se acercaba a mí.
-Yo te estoy escuchando…- le
contesté esbozando una sonrisa.
-Ya…ya…- mientras, desabrochaba los botones de mi abrigo.
“¡Dios, que morbo! Así vestido y aquí, ¡en su curro!” Pensé.
Me quitó el abrigo y me susurró:
-Y si subo mi mano por tu muslo derecho interior, ¿pasa
algo?
De mí boca salió un resoplido que no pude evitar. Intentando
mantener la compostura le contesté:
-¿Qué va a pasar? Nada
- Entonces…habrá que hacer otra cosa…-mientras, su mano ascendía
por mi muslo derecho interior hasta el pubis-¿y si acaricio ahí?
Parecía una bomba que iba a explotar. Como siguiese ya no
podía controlarme. Ante la ausencia de mi contestación, decidí llevar mi dedo
índice a la boca de Manu, que enseguida lo lamió con avidez y mirándome con
deseo. Retiró su mano del pubis y cogiéndome de la mano izquierda dijo:
-Ven conmigo.
Cerró la puerta y le
seguí. A poca distancia llegamos a otra puerta que ponía en un cartel
“Enfermería”. Entramos y él se dispuso a quitar el cinto en donde estaba la
pistola y más objetos.
Se arrimó a mí y empezó a acariciar mi pelo largo con su
mano izquierda. Su mano fue descendiendo hasta mi cadera. Se pegó más a mí y su
boca entreabierta se topó con la mía.
Notando sutilmente los labios suaves enseguida nos fundimos en un beso rápido y
brusco. Y sin parar de devorarnos desabrochó mi blusa. Se retiró y contempló
mis pechos cubiertos por el sujetador blanco. Dejé pasar un par de segundos y
decidí colocarme de espaldas a él. Moviendo mi culo de derecha a izquierda,
notando como crecía su polla. Él, mientras, liberó mis pechos del sujetador.
Los acariciaba de mil formas posibles. Mi excitación subía por segundos.
Deseaba follarlo ya, pero quería disfrutar más de aquel momento, de aquel…morbo.
Sus labios besando mi hombro, mi cuello, buscaban mis labios. Que rápidamente
se deslizaron de nuevo con avidez. Sus manos bajaban hacia mis piernas para subir mi falda. Sus
dedos rozaron mi pubis cubierto por el tanga. Paró y decidió quitarme el tanga.
Quedé totalmente expuesta a su merced. Siguiendo en la misma postura, me
manoseaba continuamente. Mi respiración se volvía más acelerada y entrecortada.
-¡Que buen trabajo haces con tu culo!- Exclamó él.
-Y mejor que lo puedo hacer con mi boca.- Me di la vuelta, y
me agaché.
Desabroché el pantalón con su ayuda, bajé la bragueta y bajé
el calzoncillo. ¡Menuda erección tenía! Sin contemplaciones, abrí mi boca y la introduje
hasta el fondo. Con la habilidad de mi lengua y labios estuve un rato
chupándosela y succionándosela. Mientras, mi mano derecha instintivamente
acariciaba sus testículos.
-¡Uf! Para nena.- Dijo Manu- Apóyate en la camilla.
Chorreando estaba aunque no tocara mi sexo. Apoyé mis manos
en la camilla poniendo mi culo en pompa. Enseguida noté una lengua recorrer mi
coño. Muy despacio y queriéndose meter. También la noté en mi clítoris. Ahí, la
rozó de tal manera que mi cuerpo vibró de placer. Lo que sentí enseguida fueron
dos dedos adentrarse en mí a un ritmo
rápido. No cabía ninguna duda, estaba muy lubricada.
“¡Uf, uf y uf!” – Expresé en alto.
Las manos de Manu se apoyaron en mi cadera para clavarme su
polla dura. Al principio muy despacio. Luego fue aumentando de ritmo hasta que
paró. Y cogiéndome desprevenida dio pequeños golpes a mi sexo hasta que percibí
que me la introducía de nuevo. Esta vez muy rápido. No paraba de gemir, pero
intentaba no gritar. Era consciente en donde estaba. Llegó un momento en el que
las embestidas de él se convirtieron movimientos al unísono. Y juntos llegamos
al clímax. Tensando nuestros cuerpos, él lanzando un resoplo de placer y yo
gimiendo como nunca. Al retirarnos nos
dimos un beso muy dulce.
Cuando me disponía a vestir Manu me comentó todo sonriente:
-Así da gusto trabajar
-Pues tendrás que hacerlo más veces.- Estando también toda sonriente.
Él hizo un gesto de aprobación. Terminé de vestirme, él de
poner el cinturón y fuimos hacia la garita.
Cogí mi abrigo, mi bolso y le
susurré a Manu:
-Habrá que estrenar la garita…