Veronik Liberal

Veronik Liberal

lunes, 27 de enero de 2014

"Touché! ¡Una estocada en toda regla!"



Después del combate con Javier se quitó la careta y el peto exterior. Y decidió estirar las piernas y los brazos. Mientras, Vero pensaba en lo que le animó a apuntarse a las clases de esgrima. 
Un día hablando con un amigo de deportes, él le mencionó el de la esgrima. Quizás porque fuera poco conocido, a ella le picó la curiosidad.  Empezó a informarse y a ver vídeos. Le creó tal fascinación que su amigo acabó  de empujarla a apuntarse a un club de Esgrima. 
Había pasado ya un año. Los inicios fueron duros pero  recompensados con creces. Se sentía orgullosa de lo que había aprendido. Tanto en teoría como en práctica. Ya empezaba a controlar los asaltos contra un tirador. Y hasta se mantenía mejor en forma. Una vez acabado los estiramientos, decidió descansar un poco. 


Pasado un rato se quitó el peto interior y se puso una camiseta blanca de asas. Decidió hacer ejercicios de entrenamiento sin adversario (‘Tirar contras’). Empuñó el sable adecuadamente, un arma blanca que se usa en ese deporte, se colocó en posición ‘Puesta de Guardia’ (Posición inicial para comenzar un combate) enfrente de un espejo y empezó a hacer posturas, desplazando piernas y brazos, pero en todo rato manteniéndose recta. Intentaba moverse despacio para fijarse en posibles fallos, tanto en la postura como apuntando con el sable. Los toques válidos se podían dar con la punta y el filo de la hoja, de la cintura para arriba del adversario. Su reflejo en el espejo hacía de contrincante. 
Se mentalizaba de que era un baile, siguiendo unos pasos. Al observar que los desplazamientos les salía bien, los hizo con más apresura. Lo que caracterizaba la esgrima era la rapidez en los movimientos y por lo tanto, tener actos reflejos. En el caso de Vero, atacar o en su defecto, defenderse para que no le dieran un toque. Los toques sumaban puntos. 

Pasó a practicar los ataques básicos. ‘Línea’ y ‘Contraataque’ les salía bien, aunque podía ser más precisa. Pero ‘Fondo’  se le resistía. Las gotas del sudor descendían de su frente y de su espalda, haciendo que se mojara la  camiseta. Ella no le dio importancia y siguió con los ejercicios. Insistió un poco más hasta que paró. Sin ella saberlo, su maestro llevaba durante un rato viendo cómo se movía, sobre todo como se movían los pechos. La respiración agitada y la camiseta sudada hacían que también llamara la atención. En el momento que Vero se detuvo, él aprovechó para acercarse. 

-Déjame que te ayude. 

Ella se sobresaltó, se giró y vio quien era. Al no llevar él careta, Vero le miró fijamente a los ojos. Poseía unos ojos azules penetrantes. Obviando lo buen cuerpo que tenía y lo guapo que era. Iba vestido con un pantalón ceñido blanco y una camiseta blanca. 

-Gracias, Roberto.- Dijo ella. Así se llamaba el maestro. 

Vero se posicionó, él se arrimó y le corrigió la postura, moviendo el pie derecho  y el brazo derecho. El brazo izquierdo, al tener que equilibrar el peso de su cuerpo, siempre acertaba a ponerlo bien. Él, le asintió la cabeza para que procediera con el ataque. Y esta vez fue mejor. A pesar de ello, incomprensiblemente, Vero se encontraba nerviosa. Notaba a Roberto más amigable que de costumbre, como si no fuera el maestro. Y por una extraña razón, el sentir el poco  contacto con él le revolucionaba las hormonas. 
Hubo un momento de pausa en el que los dos se vieron de otra manera hasta que él caminó  hasta la espalda de Vero y se pegó a ella. Ante aquello, ella se quedó muda y se quedó expectante a lo que pasaría. La mano derecha de él se puso encima de la mano que aguantaba el sable y la  mano izquierda quitó la goma del pelo, soltándole la melena caoba. 

-¿Has pensado alguna vez lo erótico que puede llegar a ser la esgrima? – Le preguntó susurrándole al oído. 

-Sobre todo ahora, ¿no? – Los ojos de Vero brillaban y exhibía una gran sonrisa. 

Ella, cada vez se encontraba más nerviosa. La calidez que desprendía él, en cómo se arrimó y la respiración que retumbaba en su nuca, provocaron que ella siguiera el juego. Y sobre todo siendo Roberto… 
Cerró los ojos y empezó a contonear su cuerpo. Él siguió el ritmo y empezó a besarle desde el hombro izquierdo hasta el cuello. Y siguiendo trayecto hacia el hombro derecho. Sin importarle el sudor. Le retiró suavemente el sable y lo colgó de un gancho de la pared. Retomando posición, le acarició el pelo, descendiendo hacia la espalda. Se agachó, levantó un poco la camiseta y deslizó su lengua ascendentemente por la zona lumbar.  El cuerpo de ella se estremeció. Él se levantó y con sus manos grandes acarició enérgicamente todo lo que podía abarcar en esa posición. Ella seguía con los ojos cerrados y balanceándose. Él  también sonreía, es más, disfrutaba con cada caricia que le proporcionaba. Le dio la vuelta, quedando cara a cara. 

-Estás preciosa…- comentó Roberto. 

-mmm pues bien que me hace falta  una ducha… 

-Para mí, estás perfecta. 
  
Él, comenzó por rozar con su mano la cara dulce de ella. De deslizar su dedo índice por los labios. De oler profundamente su aroma. Ella entreabrió la boca, posó sus manos en los fornidos brazos de él e insinuó con la lengua. Que fue raptada por la boca de Roberto ansiosamente. Y como si fuera acabar el mundo, se dieron un beso muy apasionado. Enseguida, él recorrió con su lengua y dando pequeños mordiscos al cuello de Vero. Al mismo tiempo, sus manos caminaban por el culo redondo de ella. 

‘Pellízcame el culo, porque no me lo creo’ Pensó ella, pero que no se atrevía a decirlo. En parte, por miedo si podía ser un sueño. 
Ella se retiró lo suficiente para sacar la camisa a Roberto. Ante la vista del torso musculado se relamió los labios. Y acto seguido, lo manoseó hasta que decidió ir a lamerlo ferozmente. Al pasar por los pechos, se detenía en los pequeños pezones, mordisqueándolos sutilmente. Él resopló y buscó su boca para morrearla. Mientras, le quitó la camiseta de asas, dejándola semidesnuda. Con delicadez, acarició los pechos redondos. Sus ojos azules se desviaron hacia la cara de ella, viendo la cara de placer que tenía. 

Él decidió tumbarla en el suelo. Se sentó encima y empezó a devorar sus pechos. A lamer, chupar y mordisquear los pezones. Las manos de ella no paraban de corretear por toda geografía posible de él. Los roces de él en su entrepierna le hacían saber lo potente que estaba. En su vida pensó que se encontraría en esa situación con un maestro y  menos, como ese. 

Vero, cogió impulso, tumbó a Roberto  y se colocó encima. 

-¿Ahora quién está encima? – dijo ella sonriendo 

- Uy…no se te suba los humos a la cabeza, eh? 

-En esgrima me corregirás, pero en el sexo…lo dudo 

-Habrá que comprobarlo… 

Vero rió a carcajadas y le quitó el pantalón, el bóxer, las medias y las zapatillas deportivas. 
Con su mano izquierda sopesó los testículos a la vez que con la mano derecha se arrastraba por la polla, notando cada centímetro de su piel y de sus venas.  Mirando a los ojos de Roberto  siguió acariciando, notando como crecía.  Entre soplidos, él preguntó : 

-¿Me estás retando? 
-Tómalo como quieras, pero veamos cuanto duras. – y le guiñó un ojo. 

Ella, se quitó el resto de la ropa que tenía puesta  y se arrodilló a la izquierda de él  con el culo en pompa. Se agachó y sacando su lengua, la deslizó por todo alrededor de la polla. Luego la pasó con movimientos ascendentes por la polla, para terminar de succionar el glande.  Sintió la mano de él acariciando sus cachetes. Dos dedos serpenteando por el sexo. Ahí, Vero dio un respingo, y acto seguido abrió la boca para introducir la polla dura hasta el fondo. Y con un ritmo constante empezó a chuparla de varias formas, cuando llegaba a la punta ejercía presión con los labios. En esos momentos, el cuerpo de él se estremecía y él respiraba muy aceleradamente. Los dedos de él que tocaban su coño se metieron fácilmente, sintiendo lo lubricada que estaba. Mientras ella seguía recibiendo placer, ella no paraba de darlo.  Cambió de ritmo al lamer la polla, y lo hacía más deprisa entre gemidos ahogados. Notó que la zona púbica de él se convulsionaba  así que siguió el ritmo. Y también notaba que ella estaba a punto de llegar al orgasmo.  Pasados un par de minutos, juntos se corrieron. 


Después de coger unas bocanadas de aire y tranquilizarse los dos, él le dijo: 

-Creo que no fui el único que llegó al orgasmo. 

-Empate a unos – y le sonrió ella. 

Se dieron un beso muy profundo y él se colocó encima de Vero. 

-Anda, ya estoy encima de nuevo.- dijo con tono triunfante él. 

-Sí, pero no estamos en una postura de esgrima  para atacar. 

-Cierto. Pero una estocada la puedo hacer…- Insinuó él. 

Mientras, él acariciaba su busto y se recreaba en él a la vez que se movía en redondeces. Frotando su polla con el pubis de ella. 

-Sorpréndeme – Comentó  Vero 

Con ímpetu se abalanzó sobre su boca para darle un beso tórrido. El desencadenante para que ella se pusiera a cien. Y como si le dejara con la miel en los labios, él dejo de besarla para ir dejando rastro de su saliva por el cuello femenino, por  los pechos suaves, por  los pezones duros, por la barriga  hasta llegar al pubis. Ahí paró, y con su dedo índice empezó a hacer redondeces que iban descendiendo. Lo que en un principio ella  lo notó como cosquillas se convirtieron en caricias profundas. Notando como las yemas de los dedos acariciaban sus labios mayores y luego los labios menores. Sutilmente notó un dedo pasar por su clítoris. Pero no pudo evitar gritar cuando él le estimuló mucho más. El momento en que ella arqueó la espalda, él aprovechó para colocar su polla enfrente de la boca de Vero y su boca enfrente del sexo de ella. Roberto empezó a deslizar la punta de su lengua  por aquel manjar que tanto deseaba. Saboreándolo todo, sin dejar ni un rastro. Vero no pudo resistir echarle unos cuantos lengüetazos  a la polla aunque gimiera profundamente. En el momento que él se sintió saciado de su coño, se dio la vuelta.  Con las rodillas en el suelo y mirando a la cara de Vero, jugueteó con su polla a la entrada de su coño. Él sonreía muy travieso y ella le correspondía. Los dedos de él se introducían en la boca de ella, dejándolos embadurnados. 

-mmm, que aplicada eres en todo… 

Y acto seguido, Roberto levantó las piernas de ellas para apoyarlas encima de sus hombros. Apoyando sus manos en el suelo, le metió la polla lentamente. Una vez dentro, él respiro hondo y empezó con un ritmo despacio. Ella no paraba de gemir y de verle fijamente a los ojos. Instintivamente iba con sus dedos a pellizcarse los pezones. Él fue aumentando el ritmo. Y más y más. El cuerpo de ella se movía al son de él, y ella ya no gemía, gritaba de placer. Ya no le miraba a los ojos, o los tenía cerrados o tenía la mirada perdida. Tampoco no paraba de mover la cabeza. Él, con toda su energía le metió unas embestidas frenéticas que hizo que ella llegara a un gran orgasmo. Notando un placer que nunca había experimentado. 
Con la polla aún dentro, Roberto se acercó al oído de ella y le murmurró: 

-Touché!! ¡Una estocada en toda regla! 

Sus respiraciones agitadas fueron interrumpidas por un sonido que escucharon y vieron de donde procedía. Había un alumno a la puerta con la mano derecha dentro de su pantalón. Lo que no sabían Vero  y Rober que llevaba allí durante un buen rato…