Las dos observaron cómo movía el culo el camarero que les
acababan de atender, y las dos se quedaron absortas en sus pensamientos.
Imaginaron la misma escena, el chico estaba haciendo un trio con ellas. El
silencio latente entre ellas fue interrumpido por un estallido de risas que
provenía de un grupo de chicas que pasaban por la acera en ese momento. Carol y
Vero mostraron una leve sonrisa picarona y reanudaron la charla.
--
Carol era una chica extrovertida que aprovechaba todas las
ocasiones posibles para hacer bromas. Estar con ella, la diversión estaba
asegurada.
Poseía una complexión delgada, unos ojos verdes claros, un
pelo negro azabache y un moreno envidiable.
Con Víctor hacía muy buena pareja. Su novio de hace cinco
años.
Carol, Víctor y Vero se conocieron hace un par de años a
través de una página web de índole liberal. Habían congeniado desde el inicio,
pero las chicas mucho más. Y cualquier ocasión era buena para quedar. Como esa
noche, en la que Víctor se iba de copas con sus compañeros de baloncesto.
--
Pero volvieron a callar cuando se acercó el camarero a
dejarles las consumiciones. Le dieron un par de sorbos y prosiguieron.
-¡Que incordio es estar callando cuando se acerca alguien!-
Expresó Carol
-No es para tanto mujer. El camarero ya no viene más a no
ser que pidamos más copas.
-¿Por qué tenemos que ocultar que hablamos del mundo
liberal?
-Por poder, puedes vociferarlo.
-Pero ateniéndome a las consecuencias, ¿no?
-Ya sabes cómo miran, actúan y hablan las personas del tema
sin saber. Además de que te juzgarán…
- Y de las relaciones abiertas, otro tanto.
-Yo creo que no tanto, me parece que está “mejor visto”-
hizo el gesto de las comillas con los dedos- pero puedo estar equivocada. Pero
aun así son temas delicados para tratar en la sociedad. No lo entenderían, ni
lo querrían entender.
-Nos tenemos encontrado Víctor y yo, parejas en el mundillo
que no comprenden como podemos tener una relación abierta.
-Mientras se respete.- Elevó las cejas- Cada persona, cada
pareja, es un mundo.
-Eso sí.- Alzó la vista y descubrió a un chico, sentado con
sus colegas en una mesa próxima, viéndolas con interés. Él no hizo ademán de
retirarles la vista. Ella le restó importancia y Vero comenzó con una nueva
conversación.
Durante un buen rato charlaron animadamente entre bromas y
sorbos. Las risas eran más frecuentes y en ocasiones escandalosas. Carol zanjó
esa charla preguntándole a Vero:
-¿Has visto que ese nos sigue viendo?- Se refería al chico
que las había visto antes.
-¿Y qué? Nosotras a lo nuestro, ¿no? O acaso…
-¡Que dices!- Carol hizo un gesto con la mano derecha dando
a entender que con ella no lo intentara
-Pues bien que no te importaría con el camarero- Y le
dirigió un guiño.
-Es distinto… ya vengo, voy al servicio
-¡Eso, escaquea, escaquea! Aprovecha para saludar al
camarero- y le mostró una gran sonrisa.
Vero se quedó haciendo el paripé con la copa pero enseguida
tuvo compañía
-¿Quieres otra copa? Yo invito- dijo el chico que las había
visto.
Sus ojos azules intensos la hipnotizaron ‘¡Que ojazos!’
Pensó Vero. Se quedaron tanto tiempo viéndose uno al otro que apareció Carol
con dos copas. En un vuelo se excusó,
dejó una copa en la mesa y se largó para dentro.
-¡Uy, que bien! Eres toda para mí.
-No vayas a empachar- dijo sin pensar Vero, para enseguida
soltar una carcajada.
Velozmente, él se acercó a su cara para darle un par de
besos muy cerca de las comisuras de los labios. Ella, innatamente, le
correspondió y le ofreció asiento.
Sentada en la esquina de la barra, moviendo la pajita en la
copa en todos los sentidos posibles, miraba a la pareja en cuestión a través de
la ventana.
-Pena que esté trabajando, si no te acompañaba de muy buena
gana- dijo el camarero que estaba enfrente de ella.
-Pues no sé qué estás haciendo hablando conmigo.
-Porque tengo un respiro y
me apetece. Estaría bien que quedáramos
un día.
Carol se le quedó mirando y pensó en un cambio de táctica.
-Y con mi novio presente ¿Aceptarías? No te va a montar ningún
numerito, te explicaría el motivo de esta proposición.
El camarero se quedó perplejo, y después de intentar
disimularlo, aceptó. Carol no pudo evitar sonreír y hacerle un guiño.
---
Dos horas después…
El sonido de la puerta abrirse y las llaves resonaron por
todo el piso. Las dos chicas avanzaron hasta cerrar la puerta.
-¡Hogar, dulce hogar! – Exclamó Carol
-Un poco más y no sabes meter la llave, ¡eh! – dijo Vero con
retintín.
-Siempre me quedarás tú.- Sentenció
Se desplazaron hacia el tresillo del salón y se desplomaron
en él.
-Mmm, que ganas de acomodarme- Comentó Vero
-¡Quién lo diría! No parabas de bailar con ese chico.
Se echaron a reír y siguieron recopilando anécdotas de la
noche. Después de un rato, cuando empezaron a hablar más sosegadamente
escucharon un sonido que provenía de la puerta de la entrada. Dirigieron su
mirada hacia allí, comprobaron que Víctor apareció tras abrir la puerta.
-¡Vaya par de bombonazos me encuentro aquí! – Expresó
mientras se acercaba al salón.
-Pero tú no estabas de copas con…
Él no le dejó terminar de hablar y añadió:
-Tú lo dices, estaba.
-¿Y por qué ese cambio?- Preguntó Vero
-Porque me apetecía. No me esperaba encontraros aquí.
-¡Surprise!- dijo Carol con acento inglés y sonriéndole.
Él se arrimó al tresillo y se agachó para ofrecerle un beso
muy tierno a su novia. Cuando se iba a separar, Carol lo enganchó con otro
beso, esta vez más apasionado. Ante aquel momento íntimo, Vero se disponía a
levantar pero una mano sujetó la suya para que no lo hiciese. Víctor interrumpió
el beso para preguntar:
-¿A dónde crees que te vas?- Reptó su mano, pasó al brazo,
paseó por el cuello, hasta llegar a la cara. Acarició su mejilla y deslizó su
dedo pulgar por los labios finos de ella. Vero entreabrió la boca y asomó su
lengua- Si lo estás deseando- murmuró.
Carol estalló con una risotada y se explicó:
-Está como una gata
en celo.
-¡Anda que tú no! – exaltó Vero
Víctor, sin dirigir ninguna palabra, agarró por las manos a las chicas y se las llevó a
la habitación.
Comenzó a dar un beso de tal manera a Vero que le hizo
temblar las piernas, para enseguida dar
otro a su novia que la hizo enloquecer más. Ella, ni corta ni perezosa
se desprendió de la camiseta que le ceñía. Se situó detrás de su chico,
acarició su zona lumbar metiendo la mano por debajo de la camiseta y la fue
ascendiendo arañando sutilmente la piel. Al mismo tiempo, él desabrochaba la
blusa blanca de Vero lentamente pero ella se apresuró cuando se la quitaba.
Víctor, sin parar de observar la delantera de Vero, la sentó en la cama. Hizo
lo mismo con Carol.
Sin parar de contemplarlas con un deseo abismal dijo:
-Quiero veros juntas y revueltas
En un visto y no visto, estaban fundiéndose en u n beso muy
lascivo. Entrelazando sus lenguas, humedeciendo sus labios y mordisqueándose.
Al mismo tiempo, se tocaban con ansia, y
más en los pechos que fueron liberados de los sujetadores en un santiamén. Con
sus dedos bordeaban cada pecho, cada aureola y cada pezón, y cada vez con más
intensidad.
Víctor, con el torso desnudo, se subió a la cama colocándose
de rodillas junto a ellas. Solo con ver aquella escena se había puesto como una
moto. Posó su mano derecha en la cabeza de Vero y la izquierda en la de Carol.
Las acarició despacio y arrimó su boca a la de ellas para zambullirse en aquel
beso lujurioso. Las manos de él fueron descendiendo por el cuello y por la
espalda. Y sin poder contenerse, también a
los pechos. Los de Vero, redondos y grandes, con aureolas y pezones
pequeños y rosados. Los de Carol, redondos y medianos, con aureolas y pezones
marrones y grandes. Después de recrearse en ellos, las chicas le hicieron
parar.
Él extrañado, comprobó rápido porque fue. Sin evitar enseñar
su sonrisa pillina. Las manos de ellas le estaban quitando el cinturón y el
pantalón. Dejándolo en bóxer, acariciaron su entrepierna suavemente pero con
una ligera presión. Él resoplaba y meneaba su cadera. Su polla no paraba de
ponerse más dura. Ellas, la siguieron rozando hasta que decidieron quitarle la
prenda íntima, junto con el pantalón que lo tenía bajado.
Víctor, adoptando la postura que tenía al borde de la cama,
atrajo hacia él las chicas. Las fue obsequiando con besos, lametazos y
lengüetazos. Los tres ya se encontraban muy excitados, pero cada vez querían
tocarse más. El chico ayudó entre prisas a las chicas a quitarle la ropa que
aún tenía puesta. Una vez desnudas, solo con tacones, Víctor pensó ‘Son como diosas’.
Ellas se le acercaron, pícaras, y con sus manos hábiles
juguetearon con la polla y los huevos. A la vez, entreabrían las bocas,
humedecían sus labios, sonreían, se besaban entre ellas…
Él, extasiado, les mandó:
-¡Tumbaros en la cama, chicas!
Obedecieron sin rechistar, Vero se colocó a la derecha y
Carol a la izquierda. Él, siguiendo de rodillas, empezó a tocar con cada mano a
cada una, desde los pies hasta la cara.
Intercalando con besos lascivos a sus bocas. Sin parar de manosear los pechos y
de chupar y succionar sus pezones. Sus cuerpos se retorcieron de placer.
Momento que Víctor aprovechó para rozar sutilmente con los dedos el pubis de
las dos. Cada vez con roces más intensos, y cada vez más cerca a sus sexos
húmedos. En un instante, él estaba pasando su lengua por el coño de Carol y
luego por el de Vero. Ellas rápidamente se alteraron.
Víctor se irguió un poco y se colocó entre ellas. Alargó
cada brazo a la pelvis de cada una, para empezar a deslizar los dedos por sus sexos húmedos. Repitió esa
acción varias veces, hasta que decidió meterles dos dedos. Y con un ritmo
constante, metiendo y sacando, notó lo bien que se amoldaban dentro de ellas.
Las dos chicas, aprovechaban algún momento para manosearse
los pechos, sobre todo para tirar de los pezones. Él, disfrutaba viéndolas
disfrutar, y seguía sin parar. Sus expresiones lo decían todo y sus gritos cada
vez eran más y más ahogados.
Víctor percibió que estaban a punto de llegar al clímax,
momento que aprovechó para pasar ligeramente el dedo pulgar por el clítoris de
cada una. Y en un par de segundos el calor les invadió completamente, sus
cuerpos se tensaron y aullaron de placer. Pasada la euforia se revolvieron y
dirigieron miradas juguetonas a Víctor