Veronik Liberal

Veronik Liberal

miércoles, 29 de octubre de 2014

Pequeños gestos...Placenteros momentos

Las dos observaron cómo movía el culo el camarero que les acababan de atender, y las dos se quedaron absortas en sus pensamientos. Imaginaron la misma escena, el chico estaba haciendo un trio con ellas. El silencio latente entre ellas fue interrumpido por un estallido de risas que provenía de un grupo de chicas que pasaban por la acera en ese momento. Carol y Vero mostraron una leve sonrisa picarona y reanudaron la charla.

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Carol era una chica extrovertida que aprovechaba todas las ocasiones posibles para hacer bromas. Estar con ella, la diversión estaba asegurada.
Poseía una complexión delgada, unos ojos verdes claros, un pelo negro azabache y un moreno envidiable.
Con Víctor hacía muy buena pareja. Su novio de hace cinco años.
Carol, Víctor y Vero se conocieron hace un par de años a través de una página web de índole liberal. Habían congeniado desde el inicio, pero las chicas mucho más. Y cualquier ocasión era buena para quedar. Como esa noche, en la que Víctor se iba de copas con sus compañeros de baloncesto.

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Pero volvieron a callar cuando se acercó el camarero a dejarles las consumiciones. Le dieron un par de sorbos y prosiguieron.

-¡Que incordio es estar callando cuando se acerca alguien!- Expresó Carol

-No es para tanto mujer. El camarero ya no viene más a no ser que pidamos más copas.

-¿Por qué tenemos que ocultar que hablamos del mundo liberal?

-Por poder, puedes vociferarlo.

-Pero ateniéndome a las consecuencias, ¿no?

-Ya sabes cómo miran, actúan y hablan las personas del tema sin saber. Además de que te juzgarán…

- Y de las relaciones abiertas, otro tanto.

-Yo creo que no tanto, me parece que está “mejor visto”- hizo el gesto de las comillas con los dedos- pero puedo estar equivocada. Pero aun así son temas delicados para tratar en la sociedad. No lo entenderían, ni lo querrían entender.

-Nos tenemos encontrado Víctor y yo, parejas en el mundillo que no comprenden como podemos tener una relación abierta.

-Mientras se respete.- Elevó las cejas- Cada persona, cada pareja, es un mundo.

-Eso sí.- Alzó la vista y descubrió a un chico, sentado con sus colegas en una mesa próxima, viéndolas con interés. Él no hizo ademán de retirarles la vista. Ella le restó importancia y Vero comenzó con una nueva conversación.

Durante un buen rato charlaron animadamente entre bromas y sorbos. Las risas eran más frecuentes y en ocasiones escandalosas. Carol zanjó esa charla preguntándole a Vero:

-¿Has visto que ese nos sigue viendo?- Se refería al chico que las había visto antes.

-¿Y qué? Nosotras a lo nuestro, ¿no? O acaso…

-¡Que dices!- Carol hizo un gesto con la mano derecha dando a entender que con ella no lo intentara

-Pues bien que no te importaría con el camarero- Y le dirigió un guiño.

-Es distinto… ya vengo, voy al servicio

-¡Eso, escaquea, escaquea! Aprovecha para saludar al camarero- y le mostró una gran sonrisa.

Vero se quedó haciendo el paripé con la copa pero enseguida tuvo compañía

-¿Quieres otra copa? Yo invito- dijo el chico que las había visto.

Sus ojos azules intensos la hipnotizaron ‘¡Que ojazos!’ Pensó Vero. Se quedaron tanto tiempo viéndose uno al otro que apareció Carol con dos copas. En  un vuelo se excusó, dejó una copa en la mesa y se largó para dentro.

-¡Uy, que bien! Eres toda para mí.

-No vayas a empachar- dijo sin pensar Vero, para enseguida soltar una carcajada.

Velozmente, él se acercó a su cara para darle un par de besos muy cerca de las comisuras de los labios. Ella, innatamente, le correspondió y le ofreció asiento.
Sentada en la esquina de la barra, moviendo la pajita en la copa en todos los sentidos posibles, miraba a la pareja en cuestión a través de la ventana.

-Pena que esté trabajando, si no te acompañaba de muy buena gana- dijo el camarero que estaba enfrente de ella.

-Pues no sé qué estás haciendo hablando conmigo.

-Porque tengo un respiro y  me apetece. Estaría bien que quedáramos  un día.

Carol se le quedó mirando y pensó en un cambio de táctica.

-Y con mi novio presente ¿Aceptarías? No te va a montar ningún numerito, te explicaría el motivo de esta proposición.

El camarero se quedó perplejo, y después de intentar disimularlo, aceptó. Carol no pudo evitar sonreír y hacerle un guiño.

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Dos horas después…


El sonido de la puerta abrirse y las llaves resonaron por todo el piso. Las dos chicas avanzaron hasta cerrar la puerta.

-¡Hogar, dulce hogar! – Exclamó Carol

-Un poco más y no sabes meter la llave, ¡eh! – dijo Vero con retintín.

-Siempre me quedarás tú.- Sentenció

Se desplazaron hacia el tresillo del salón y se desplomaron en él.

-Mmm, que ganas de acomodarme- Comentó Vero

-¡Quién lo diría! No parabas de bailar con ese chico.

Se echaron a reír y siguieron recopilando anécdotas de la noche. Después de un rato, cuando empezaron a hablar más sosegadamente escucharon un sonido que provenía de la puerta de la entrada. Dirigieron su mirada hacia allí, comprobaron que Víctor apareció tras abrir la puerta.

-¡Vaya par de bombonazos me encuentro aquí! – Expresó mientras se acercaba al salón.

-Pero tú no estabas de copas con… 

Él no le dejó terminar de hablar y añadió:

-Tú lo dices, estaba.

-¿Y por qué ese cambio?- Preguntó Vero

-Porque me apetecía. No me esperaba encontraros aquí.

-¡Surprise!- dijo Carol con acento inglés y sonriéndole.


Él se arrimó al tresillo y se agachó para ofrecerle un beso muy tierno a su novia. Cuando se iba a separar, Carol lo enganchó con otro beso, esta vez más apasionado. Ante aquel momento íntimo, Vero se disponía a levantar pero una mano sujetó la suya para que no lo hiciese. Víctor interrumpió el beso para preguntar:

-¿A dónde crees que te vas?- Reptó su mano, pasó al brazo, paseó por el cuello, hasta llegar a la cara. Acarició su mejilla y deslizó su dedo pulgar por los labios finos de ella. Vero entreabrió la boca y asomó su lengua- Si lo estás deseando- murmuró.

Carol estalló con una risotada y se explicó:
-Está como  una gata en celo.

-¡Anda que tú no! – exaltó Vero

Víctor, sin dirigir ninguna palabra, agarró  por las manos a las chicas y se las llevó a la habitación.
Comenzó a dar un beso de tal manera a Vero que le hizo temblar las piernas, para enseguida dar  otro a su novia que la hizo enloquecer más. Ella, ni corta ni perezosa se desprendió de la camiseta que le ceñía. Se situó detrás de su chico, acarició su zona lumbar metiendo la mano por debajo de la camiseta y la fue ascendiendo arañando sutilmente la piel. Al mismo tiempo, él desabrochaba la blusa blanca de Vero lentamente pero ella se apresuró cuando se la quitaba. Víctor, sin parar de observar la delantera de Vero, la sentó en la cama. Hizo lo mismo con Carol.
Sin parar de contemplarlas con un deseo abismal dijo:

-Quiero veros juntas y revueltas

En un visto y no visto, estaban fundiéndose en u n beso muy lascivo. Entrelazando sus lenguas, humedeciendo sus labios y mordisqueándose. Al  mismo tiempo, se tocaban con ansia, y más en los pechos que fueron liberados de los sujetadores en un santiamén. Con sus dedos bordeaban cada pecho, cada aureola y cada pezón, y cada vez con más intensidad.

Víctor, con el torso desnudo, se subió a la cama colocándose de rodillas junto a ellas. Solo con ver aquella escena se había puesto como una moto. Posó su mano derecha en la cabeza de Vero y la izquierda en la de Carol. Las acarició despacio y arrimó su boca a la de ellas para zambullirse en aquel beso lujurioso. Las manos de él fueron descendiendo por el cuello y por la espalda. Y sin poder contenerse, también a  los pechos. Los de Vero, redondos y grandes, con aureolas y pezones pequeños y rosados. Los de Carol, redondos y medianos, con aureolas y pezones marrones y grandes. Después de recrearse en ellos, las chicas le hicieron parar.
Él extrañado, comprobó rápido porque fue. Sin evitar enseñar su sonrisa pillina. Las manos de ellas le estaban quitando el cinturón y el pantalón. Dejándolo en bóxer, acariciaron su entrepierna suavemente pero con una ligera presión. Él resoplaba y meneaba su cadera. Su polla no paraba de ponerse más dura. Ellas, la siguieron rozando hasta que decidieron quitarle la prenda íntima, junto con el pantalón que lo tenía bajado.
Víctor, adoptando la postura que tenía al borde de la cama, atrajo hacia él las chicas. Las fue obsequiando con besos, lametazos y lengüetazos. Los tres ya se encontraban muy excitados, pero cada vez querían tocarse más. El chico ayudó entre prisas a las chicas a quitarle la ropa que aún tenía puesta. Una vez desnudas, solo con tacones, Víctor pensó  ‘Son como diosas’.


Ellas se le acercaron, pícaras, y con sus manos hábiles juguetearon con la polla y los huevos. A la vez, entreabrían las bocas, humedecían sus labios, sonreían, se besaban entre ellas…
Él, extasiado, les mandó:

-¡Tumbaros en la cama, chicas!

Obedecieron sin rechistar, Vero se colocó a la derecha y Carol a la izquierda. Él, siguiendo de rodillas, empezó a tocar con cada mano a cada  una, desde los pies hasta la cara. Intercalando con besos lascivos a sus bocas. Sin parar de manosear los pechos y de chupar y succionar sus pezones. Sus cuerpos se retorcieron de placer. Momento que Víctor aprovechó para rozar sutilmente con los dedos el pubis de las dos. Cada vez con roces más intensos, y cada vez más cerca a sus sexos húmedos. En un instante, él estaba pasando su lengua por el coño de Carol y luego por el de Vero. Ellas rápidamente se alteraron.
Víctor se irguió un poco y se colocó entre ellas. Alargó cada brazo a la pelvis de cada una, para empezar a deslizar  los dedos por sus sexos húmedos. Repitió esa acción varias veces, hasta que decidió meterles dos dedos. Y con un ritmo constante, metiendo y sacando, notó lo bien que se amoldaban dentro de ellas.
Las dos chicas, aprovechaban algún momento para manosearse los pechos, sobre todo para tirar de los pezones. Él, disfrutaba viéndolas disfrutar, y seguía sin parar. Sus expresiones lo decían todo y sus gritos cada vez eran más y más ahogados.

Víctor percibió que estaban a punto de llegar al clímax, momento que aprovechó para pasar ligeramente el dedo pulgar por el clítoris de cada una. Y en un par de segundos el calor les invadió completamente, sus cuerpos se tensaron y aullaron de placer. Pasada la euforia se revolvieron y dirigieron miradas juguetonas  a Víctor

lunes, 8 de septiembre de 2014

Tercer aniversario ( y tres meses)



Hoy estamos de celebración. Hace tres años y tres meses había decidido abrir este blog de relatos. Anteriormente había subido un relato a un foro de temática liberal a ámbito de Galicia. En ese mismo relato, un chico que conocía de aquella  era uno de los protagonistas. En cuanto le comenté que había escrito un relato de alguna de nuestras experiencias se sorprendió y  más al leerlo. Junto con otras opiniones y viendo el auge de los blog, me había animado a crear un blog. Por experiencias ordenadas cronológicamente fui subiendo los tres relatos que tenía.

En ese mismo año, en un foro, también de temática liberal, alguien tuvo la idea de organizar concursos mensuales. Y a partir de ahí, cuando me gustaba el tema y tenía tiempo, me zambullí a escribir, como de media, cada mes. Era una manera de obligarme de escribir. Adentrarme en mis pensamientos, experiencias, fantasías…y plasmarlos en un relato en función del tema o las condiciones que habían propuesto. Era mi manera, por una parte, de esquivarme de la realidad y adentrarme en una historia. En algunas con citas con chicos o con parejas. El plus del mundo liberal, para mí, es más dinámico y divertido. 

Hoy me pongo a leer de nuevo los relatos  desde el inicio hasta hoy y noto la diferencia. ¡Vaya si no!  Pasa el tiempo, y el evolucionarme como persona y el leer, hace que me exprese distinto. Aparte, que en estos momentos me gusta más el intentar currarme más relatos y superarme a mí misma.  Me enorgullezco del avance.  ¡Y lo que me queda! Siempre lo dije, y siempre lo diré: Simplemente soy una aficionada a la escritura.  

Hace unos cuantos meses, desgraciadamente, tuve que parar de escribir. La vida da muchas vueltas, y necesito tiempo, concentración y tener la mente en blanco. Pero últimamente tengo muchas cosas en la cabeza. 

El cumple del blog, es un buen motivo para escribir esta entrada. Y por ello quise relatar un poco sobre una situación. 

Espero volver a escribir pronto aunque los relatos sean más cortos.  Yo lo estoy deseando. Últimamente tengo varias ideas. ¡Un beso a tod@s!



jueves, 29 de mayo de 2014

El camino de lo prohibido

Día 1 

¡Que emoción! ¡Que ganas! 
Me tardaba el día en que voy a comenzar el gran camino. El día que se lo comenté a mi familia se apenaron mucho, no me iban a ver todos los días y estaban preocupados en cómo me encontraría. Los estudios fueron los que me hicieron retrasar este viaje pero tuvo su recompensa. Las calificaciones fueron mejores de lo que había imaginado. ¡Sí! ¡Estoy contenta!’ 

Lía dejó de escribir, cerró la libreta, la guardó con el bolígrafo y sacó el mp3. Lo puso en funcionamiento y se colocó los auriculares. Mientras escuchaba música iba leyendo unos folletos  en el asiento del AVE. Lo había cogido en Málaga después de cruzar el estrecho  de Gibraltar. 


  Lía, era una chica fruto del amor entre Hassan y Cami. Hassan era un hombre judío que se desplazó a Tanger (Marruecos) por negocios. En  un par de semanas conoció a Cami, de la que se quedó prendado en cuanto la vio.  Con el tiempo la conquistó y decidió quedarse a vivir allí. Dos años después nació su primera hija, que en cuanto tuvo uso de razón decidió coger la religión de su padre.

  Poseía muchas cualidades que la definían como persona, pero sobre todo era alegre, sociable, charlatana y tozuda.
  Físicamente era delgada, de estatura media y con pelo castaño ondulado que le llegaba a los hombros. Tenía unos ojos azulados verdosos, una buena delantera, unas caderas sinuosas y un buen culo. 


De vez en cuando miraba los paisajes por la ventana. Le sorprendía como podían variar tanto cada vez que avanzaba el medio de transporte. Era su primer viaje fuera de su país de residencia. 

En cuanto llegó a Zaragoza, cogió su mochila, en donde llevaba todo lo que necesitaba, y se bajó. Se encaminó hacia la estación de autobuses y se dirigió al bus que la llevaría a Roncesvalles. Colocó su mochila en el maletero y se fue a sentar. Mientras veía encuentros y despedidas a través de la ventana, recordaba lo que hacía en semanas anteriores. Realizaba caminatas que cada vez duraban más y tenían más dificultad. También leía información sobre el camino, del material que necesitaba llevar y de las recomendaciones. En cuanto arrancó el bus, sacó un folleto y recordó el albergue a donde tenía que ir. Ya en el destino sintió  una gran emoción. Al día siguiente comenzaba el camino francés del Camino de Santiago. 


Día 16 

¡Hoy he llegado a O Cebreiro! ¡En Galicia! 
¡Que poco falta ya para llegar a Santiago! Esta experiencia está siendo fabulosa. Estoy conociendo más a fondo los monumentos históricos de cada ciudad por la que estoy pasando. Admirando la variada vegetación y  fauna. ¡Y conociendo gente! Muchos extranjeros. Las expresiones y los gestos ayudan mucho a que nos entendamos.’ 

Cerca de las once de la noche Lía cerró la libreta y se echó a dormir. Los albergues  a las once apagaban la luz  y cerraban la puerta de la entrada. 


Día 21 

He decidido parar un momento aunque esté muy cerca de mi destino. Disfrutar de la vista desde este monte es ¡espectacular! Aunque sea a lo lejos, se ven las dos torres de la catedral. Me enorgullezco de conseguir mi meta.’ 

Estaba sentada en la hierba serena, contemplando todo lo que estaba a su alcance. Cinco minutos más tarde cargó con la mochila y partió a hacer la segunda parte de ese tramo. 


Caminaba por las calles angostas, repletas de bullicio, toda sonriente. A escasos metros se encontraba de un gran monumento histórico gallego. En cuanto lo avistó no pudo evitar quedarse atónita. Una vez enfrente lo recorrió con su vista de abajo a arriba. Estaba delante de la catedral de Santiago de Compostela. 


Al día siguiente 

Después del día exultante volvió de nuevo a la catedral. La grandeza y la decoración le parecían admirables. Pero algo le había cautivado, mejor dicho, alguien. Las personas de alrededor la miraban en algún momento, llamaba la atención su belleza inaudita. 

Recorriendo la gran estancia, buscó al chico que conoció el día anterior. Se llamaba Iago, tenía dieciocho años, era moreno y tenía unos ojos castaños. El vestuario que llevaba no era muy propicio para apreciar su cuerpo, era monaguillo, pero le había gustado mucho lo que vio. Hasta le daba morbo. 

-¡Hola guapo! 

-¡Ey! ¿Qué tal Lía? 

-Ahora mejor- dijo con una gran sonrisa- aunque mejor que podíamos estar… 

-Mejor no pregunto. 

-Recuerda la conversación que tuvimos ayer, imagínatelo – se mordió el labio inferior y le guiñó el ojo. 

-Shh…aquí dentro no. 

Lía miró el interior de la catedral y se recreó con una escena en su imaginación. Como si Iago lo adivinara, lanzó un suspiro hondo y echó la vista hacia un lado. Volvió la vista cuando se percató de una mano suave rozándole el cutis. Sus miradas chocaron y lo decían todo. No hacía falta palabras. Solo que él no sabía muy bien que hacer porque también quería. 

-Tengo ganas de saborear tus labios, de acariciarte de arriba abajo, de lamerte, de excitarte…- le murmuró Lía. 

-No sigas… 

Una sonrisa divertida asomó en la cara de ella. 

-¿Salimos? 

-No…no puedo 

-¿Por? 

-¿Hace falta que te lo diga? – y le mostró su ropa. 

Ella resopló y sin saber que decir se sentó en el banco que estaba cerca de ella. Iago se alejó y ella se quedó allí. Después de media hora, cuando se disponía a marchar apareció él. Vestido con un pantalón vaquero y una camisa negra, mostrando esta vez una sonrisa traviesa. Él le cogió de la mano izquierda y dijo: 

-¡Ven conmigo! 


A paso ligero, casi en  volandas, la sacó de allí y la llevó a la parte de atrás de la catedral. La trasladó a una esquina en donde no había tránsito de gente y la apoyó  en una pared. 

Empezó a acariciarla con ansia mientras le miraba  intensamente a la boca entreabierta y a la mirada lasciva. A Lía le había excitado la adrenalina que sintió y lo que le empezaba a hacer. 
A escasos milímetros sus labios querían rozarse, sus lenguas saborearse, sus respiraciones compaginarse. Y que por mucho más tiempo no podían aguantarse. Se fundieron en  un beso muy húmedo y sin dar tiempo a respirar. Lía metía sus manos por debajo de la camisa y le arañaba la espalda ancha. 
Iago se retiró para coger aire y aprovechó para acariciarle los pechos  grandes, por encima de la blusa holgada, con movimientos circulares. Los suspiros de ella no cesaban. En un arranque de la chica, cogió al chico y lo abalanzó hacia la pared. Apresuradamente le quitó la camisa y se dedicó a acariciar con la punta de sus dedos el torso. Al tocar los  pezones, los pellizcaba muy suave. Las manos femeninas descendieron hacia el pantalón, y mientras con una palpaba el sexo, con la otra el culo. 
El momento fue interrumpido cuando le parecieron ver algunas sombras de personas. Eso hizo que Lía se enderezara del todo y se pegase a él. Iago aprovechó para mordisquearle el lóbulo y deslizar su lengua por el cuello. 

-¡Date la vuelta! – le susurró muy lentamente. 

Ella obedeció dócilmente. Pegada a él, con el culo notó la entrepierna dura y ancha que se quería meter entre las nalgas. Ella llevaba puesto una falda larga fina. 

-Desde que te había visto deseaba hacer esto – musitó él. 

-Pues bien que lo has disimulado. 

Ella no paraba de mover el culo y eso hacía que la polla de Iago no parase de crecer. Él levantaba la falda como podía hasta dejarla con el pompis al aire, mostrando un tanga blanco. Notándolo ella muy húmedo, por la excitación vivida del momento. Iago tiró de él hacia arriba. Lía se estremeció y jadeó. Los dedos de él recorrieron el tanga de atrás a adelante para terminar escabulléndose al sexo depilado. Con caricias casi imperceptibles le hizo poner la piel de gallina y de desear más. Los movimientos pélvicos  hacían que ella cada vez quería más, y de esa manera notaba más los dedos dentro de ella. El grado de excitación iba en aumento. Los gemidos ahogados fueron silenciados por los besos lujuriosos que le propinaba él. Su cuerpo no paraba de moverse. En esa posición obtuvo un orgasmo que le hizo tensar el cuerpo y soltar un grito agudo. 
Sonriente se dio la vuelta y agarrando a Iago por las mejillas le dio un beso muy cálido y tierno. 

-Nunca pensé llegar al orgasmo después de hacer un camino, detrás de la catedral con un monaguillo. 

-A escasos metros de todo el bullicio. 

Sus miradas cómplices se desviaban hacia sus cuerpos. Se encontraban muy calientes. Sus manos no paraban de acariciarse mutuamente y en algunas zonas con más presión. Él se ocupó de quitarle la blusa y del sujetador blanco. Se pasmó al ver sus pechos grandes y redondos, con pezones grandes y oscuros. Inmediatamente fue a lamerlos y succionarlos, dejándolos duros como piedras. Los gemidos volvían a escucharse. Eso hacía que él se aplicaba más y mejor. También los pellizcaba y tiraba de ellos. Ella encontrándose en plena ebullición de éxtasis le desabrochó el pantalón. E introdujo su mano por dentro del bóxer. Tocando su polla erecta. Notando cada centímetro de su piel. Desde la base hasta el capullo. Y marcó un ritmo. Los dos estaban gozando del momento. 
Él con los ojos cerrados sentía su mano, ella le vio la expresión y le murmuró: 

-La quiero dentro de mí. 

Sin ningún miramiento le agarró de las muñecas y le situó las manos en la pared. Estaba de espaldas a él. Sin dificultad, él le quitó la falda por las piernas y se quitó los pantalones y el bóxer. Colocó sus manos en las caderas de Lía y frotó su sexo contra el culo. Le apartó el tanga y deslizó su polla por el sexo húmedo. Jugueteando con el roce y dando pequeños golpes. Notaba como le gustaba a ella por los gemidos que salían de su garganta. Sin poder evitarlo más, él la introdujo lentamente. Notando la rugosidad de aquel coño sonrosado. Y empezó con un vaivén lento. Estuvieron durante un rato disfrutando uno del otro. Como si le faltara algo, descendió su mano izquierda para ir a estimular el clítoris. Que ya se encontraba duro y sonrosado. Propiciándole una variedad de movimientos. La respiración de ella cada vez era más rápida y entrecortada,  y no paraba de jadear y lanzar algún que otro grito. Esto hizo que Iago asentara sus dos manos en las caderas y acelerara las embestidas. Las vistas de los pechos colgando también favorecían  a que cada estocada fuera hasta el hondo. El ritmo frenético culminó cuando los dos se movían al unísono y lanzaron gritos ahogados. Manteniendo la postura  cogieron aire para tranquilizarse. 
Él mientras se retiraba acariciaba a Lía dulcemente. Antes de que se vistieran se dieron un beso romanticón. 

Una vez vestidos se desplazaron hacia la Plaza del Obradoiro cogidos de la mano.  Allí, Lía vio por última vez la Catedral y escuchó lo que le comentó Iago: 

-Será nuestro secreto. Si vuelves, ¡por aquí estaré! 

lunes, 28 de abril de 2014

La magia del bosque encantado

El sonido del timbre le hizo correr hacia la puerta. Ansiaba con ver, tocar, sentir y mil cosas más a Martín. Él había quedado de pasar  por su casa para llevarla a un lugar que él consideraba mágico. A Vero le intrigaba tanto misterio, pero cualquier cosa era buena para estar junto a él. No tenía las palabras adecuadas para describir lo que sentía por él.

En cuanto abrió la puerta, él la saludó:

-¡Hola preciosa!

A lo que ella le respondió con un beso robado muy apasionado. En cuanto acabó de besarle, él le comentó:

-¡Vamos!, que si no, no arrancamos y tengo ganas de comer contigo.

-¿Y a mí, no?- preguntó con tono muy pícaro y con cara de inocente.

-¿Aún lo preguntas, rubita?- de seguido rió a carcajadas.- A  la tarde, te saciaré a fondo.

-Eso me gusta más…espérame aquí, voy a por el bolso.- En un par de minutos estaba de vuelta cerrando la puerta. Caminó con Martín hacia su coche. Al entrar, a ella le llegó un olor que intentó adivinar.

-¡Eso es empanada de zamburiñas(1)!

-¡Premio para la niña!

-¿Y que gano?

-Un beso mío cuando lleguemos al sitio acordado.

-Jo.- Entristeció su cara y puso morros.

Él, sin inmutarse por su expresión, arrancó al coche y procedió con la marcha. De vez en cuando miraba de reojo a su chica y en el último vistazo comprobó que Vero había subido un poco la falda y desabotonado un poco la blusa.

“¡Joder! Como me pone esta niña con nada”.- Pensó  él. Y empezaba a sentir como su bulto entre las piernas  crecía.

-¿Has probado alguna vez a juguetear mientras conduces?- Preguntó ella de sopetón

-¿Cómo?- No cabía en su asombro que inmediatamente después de lo que empezaba a experimentar le preguntara eso.

Ante la nula contestación de él, Vero siguió desabotonando. Martín, en cuanto vio  una salida de la autovía, la cogió y se paró en el arcén.

-¡Pero mujer, que te pueden ver!

-Ahí está el juego.

Él resopló  y acto seguido se abalanzó sobre ella para besarle lascivamente y manosearle los pechos que estaban casi al descubierto. No llevaba  puesto sujetador. También dejó un rastro de su saliva desde los labios hasta los pezones, que los endureció succionándolos con ganas y mordisqueándolos. Le pasó sutilmente la mano izquierda por el muslo derecho interior hasta llegar al pubis, cubierto por el tanga. Ahí, hizo movimientos verticales con sus dedos. Y se retiró sin mediar palabra a su asiento.

-¡Ehh!- Exaltó ella

- Es parte del juego.

Ella refunfuñó a la vez que él arrancó. Y antes de coger la autovía comentó:

-Tápate, que no quiero que pases frío.

“¿Con el calentón que tengo? Imposible” Pensó Vero. Aun así, abotonó un par de botones, dejando un escote generoso a merced. Mientras él conducía, ella imaginaba cuanto de cachondos se pondrían si ella le estuviera chupando la polla. En ese momento, estando él al volante. Con la idea, sentía como se le humedecía el sexo. Martín la vio de reojo y sonrió por lo bajini.  La conocía, y sabía que algo estaba imaginando. Él se dedicó a tararear las canciones que sonaban en la radio hasta que llegaron a su destino. Antes de que salieran del coche, él le propinó el beso que ella había ganado. Un  beso muy romanticón.


Martín, cargó con la cesta, y ella con la bolsa, además de su bolso. Vero siguió a Martín que había emprendido camino hacia un sendero. Se adentraron en un bosque que estaba repleto de árboles como robles, castaños, abedules y laureles. De fondo, escuchaban los cantos de los pájaros que volaban por allí. Pasaron por debajo de un arco de un acueducto hasta llegar cerca de la fachada de  un castillo. A Vero le impresionó, y antes de poder decir y hacer algo, Martín comentó:

-Este castillo fue construido en los sesenta y no fue terminado. Junto con este gran bosque y otras estructuras arquitectónicas que hay, pertenecía a los Condes Canalejas que de aquella eran unos grandes terratenientes. Usaban este lugar de recreo y ocio para sus deportes, entre ellos la caza. Empleaban las fincas como bosque que de aquella no lo era. Este lugar es conocido popularmente como  ‘El bosque encantado’ que hoy en día pertenece al ayuntamiento de Cangas.

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-Mmm ¡interesante! Un sitio con  historia – Se quedó viendo todo lo que le estaba al alcance.

-¡ ‘Miña Ruliña(2)’ ! Vamos para allí y comemos tranquilos antes de que aparezca mucha gente.- le indicó con el dedo.

Se encaminaron hacia un roble. Colocaron una toalla en el suelo y se dispusieron a sacar todo. Mientras comían tranquilamente se hacían bromas y mimos. Al acabar se fueron a descubrir cada rincón de aquel bosque tan mágico. Los colores se mezclaban de una manera muy armoniosa con los cantos de las aves. Poseyendo una tranquilidad absoluta sin ningún bullicio. Al acabar de admirar cada escondite se asentaron de nuevo en el mismo sitio de antes. Martín se apoyó en el árbol y Vero en su chico. Con los ojos cerrados, ella, no paraba de hacer redondeces con sus dedos en el muslo derecho de él. Él la miraba sonriendo y pensando “La belleza de esta zona se magnifica con esta dulzura presente”


‘En la oscuridad del bosque se percibía cada sonido que había, cada luz por muy insignificante que fuese y cada movimiento ya sea por algún insecto.
Vero se encontraba de pie, con toda la arboleda alrededor. Se sentía nerviosa e intrigada pero miedosa, no. No sabía qué hacía allí en la noche. Miraba a un lado, a otro, y le parecía ver cada vez más puntos pequeños de luz. Que no intentaba adivinar que era. ‘¿y si son luciérnagas?’ Pensó.
En cuanto escuchó  ulular a una ‘curuxa3’  se giró hacia el sonido. Y se topó por sorpresa con sus ojos grandes y negros. A lo que la ave nocturna respondió emprendiendo vuelo, alargando sus alas blancas redondeadas y rozando casi la cabeza de Vero. Ella, lejos de asustarse, se quedó asombrada. Le encantada ese animal desde siempre. En cuanto salió de su vista dos hileras de luces alumbraron en el suelo, formando un camino. En un par de segundos no se escuchó ningún sonido hasta que empezó a sonar una melodía: 



Como si la atrapara, avanzó contoneando sus caderas por el camino recientemente iluminado. Mirando con curiosidad cada cosa que le llamaba la atención. Muy lentamente su vestido negro se volvía transparente hasta adivinar cada curva de su geografía. Ella ni se percató al ir tan atenta a su trayecto. Cuando estaba cerca del final del pasillo alumbrado vio a Martín con un pantalón negro de lino, una camisa blanca abierta enseñando su torso y una sonrisa que hacía que alumbrara más ese sitio tan enigmático. Ella le correspondió con una sonrisa y una mirada furtiva de deseo.

Martín con un gesto elegante, alargó su brazo con la palma hacia arriba y los dedos ligeramente doblados hacia dentro. Conforme que le diera su mano. La mano pequeña y fina de Vero se topó con la de él y en el momento que sus manos estaban unidas una ‘Avelaíña(5)’  se colocó encima del dorso de la mano de ella. Lejos de querer irse, revoloteaba en redondeces para volverse apoyar y seguir agitando sus alas. La pareja se quedó sorprendida y reían sin armar escándalo. La avelaíña  era blanca con algunos puntos amarillos en las alas. Después de un par de minutos el insecto salió de sus manos y  voló hacia el suelo. Allí apoyada se transformó en humo blanco. Y en cuanto se disipó el humo había una chica alta de tez blanca, con el pelo negro muy largo ondulado y vestida con un tul blanco de seda. La sorpresa de ambos fue a más. Y más cuando la morena se acercó a Vero y le acarició sus hombros desde atrás. Cuando la acariciada iba a decir algo, la avelaíña expresó:


-¡Shhh!

Acto seguido le besó dulcemente desde el cuello hasta la oreja. Vero giró la cabeza y se quedó observándola en silencio. Se fijó en sus ojos negros, en sus labios finos y en su lengua asomando. Era demasiado tarde como para no sucumbir. Aproximó la cara a la de ella y notando su respiración ahogada, la inspiró como si fuese suya al darle un beso muy lentamente.

Las manos de Avelaíña descendían por el canto de su cuerpo, al llegar a las caderas se pegó más a ella. Vero suspiró y siguió besándola. Martín veía expectante cada instante  y disfrutaba con ver aquella escena. Vero se dejó girar, se topó con el cuerpo de aquella fantástica mujer  y dejándola de besar por un momento, le retiró el tul. Sus manos recorrieron desde aquellas mejillas sonrosadas,  pasando por el cuello esbelto, reptando por la curvatura del pecho, deslizando por los pezones, bajando por los pechos redondos, descendiendo a los lados del ombligo, hasta llegar a su pubis delicado. Mientras, Avelaiña pasaba su dedo índice derecho por los labios de Vero.


De sopetón, Vero cogió desprevenida a su compañera para otorgarle un morreo muy lascivamente. Tanto, que las dos acompasaban sus movimientos pélvicos. Durante un muy buen rato. Cuando se desprendieron, Vero se giró hacia Martín, que estaba sin camisa, y lo atrajo con la mirada. Avelaíña le retiró el vestido, la ropa interior, e hizo con su dedo índice la forma de una Avelaíña alrededor del ombligo pequeño. Con Martín ya allí, Vero le acariciaba y lo observaba con una gran fogosidad.

Los tres empezaron a rozarse con ansia, hacer gestos que caldeaban el ambiente, lanzar besos furtivos  hasta que Vero paró. Se agachó a la altura del sexo de Martín y la morena la imitó. Entre las dos le ayudaron a quitarle el  pantalón y el bóxer. Vero contempló la cara de él, y este le indicó que se levantara. Obedeció y se dejó besar. Avelaíña al no saber qué hacer se apuntó a darse un beso entre los tres. Las tres lenguas danzaban acompasadas hasta que  él apartó y silbó. Haciéndose el interesante.


Las dos lo pillaron y con una sonrisa cada una descendieron de nuevo. Mientras una le palpaba el culo, la otra le acariciaba el sexo en toda su magnitud hasta rozar el perineo. La respiración pausada de él se volvió poco a poco acelerada. Mirando aquella escena y notando un gran placer le hacía excitarse como nunca. Sintió como una lengua recorría desde la base de la polla hasta el glande y otra por el lado contrario a la inversa. No pudo evitar estremecerse. A la vez que la rubia y la morena lamían aquel manjar  se miraban con vicio. Y sin querer o queriendo sus lenguas se cruzaban. Notaban como lo que chupaban aumentaba considerablemente.  Él resoplaba sin parar y murmuró:

-Acercaros conmigo.

Y se fueron hacia un lecho blanco que estaba poco después de que terminara el camino alumbrado.

-Me gustaría que os pusierais en una posición. Una encima de la otra viéndoos.


Ellas pícaramente accedieron y al mismo tiempo se tocaron todo lo que tenían a su alcance. Al mismo tiempo sentían como Martín alternaba su lengua en sus sexos húmedos. Los gemidos se convertían en jadeos. Al final él introducía dos dedos en cada una. Y comenzó un ritmo frenético para que obtuvieran un placer infinito. Se desplomaron exhaustas viéndolo totalmente empalmado.”


Como si fuera el golpe de una pelota despertó del sueño a Vero. Y comprobó que así era. Se quedó viendo al niño que se buscaba la pelota con frustración. Martín rió a carcajadas y comentó:

-A saber que estarías soñando… No parabas de sonreír.

-¡Cotilla!- Expresó risueña.

Los dos se quedaron viendo a una mariposa que revoloteaba encima  de ellos.
 

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(1) Molusco bivalvo marino comestible de concha formada por dos valvas abombadas, parecida a la vieira pero más pequeña. 
(2) Expresión de cariño y de ternura que se le dice a la joven a quien se ama. 
(3) ‘El sonido del aire’ 
(4) Lechuza 
(5) Mariposa nocturna

martes, 25 de marzo de 2014

'Tres,dos,uno...¡Acción!'

Belén, estando sentada en el tresillo contra las cortinas, aplaudía a la vez que piropeaba y vitoreaba a Vero. El resto de la gente que  estaba en el salón le acompañó con aplausos. 

Ángel acababa de coger a Vero por la mano. Ella se había hecho un poco la remolona pero al final accedió. El salir al escenario ante la vista de tanta gente le imponía. Pero al lado de ese chico se sentía segura. 


Dos semanas antes… 
Un montón de ropa en el sillón estaba esperando plancha. Vero resoplaba, le gustaba muy poco esa tarea. En cuanto se disponía a colocar la primera pieza en la mesa sonó su móvil. Al responder vio el nombre de Belén, se sorprendió ya que apenas la llamaba. 

-¡Hola rubia! 

-¡Rubitaaaa! ¿Qué tal? 

-Aquí, a punto de empezar a planchar. ¿Y tú? 

-¡Bien! ¿Te mando más ropa? – Soltó con una carcajada Belén. 

-Que chistosa… 

-¡¡Vero!! ¡Te necesito! 

-¡Cuéntame! 

-Dentro de dos findes, Ángel y yo iremos al local. Él habló con la gerencia y acordó en hacer un striptease. ¡Ya empezó a ensayar en el salón! Si vinieras… 

-¡Siii! Espero que no tenga impedimento en ir. 

-¡Bien! Por cierto, va a ir una amiga de Ángel. Va a ser la primera vez que pisa un local. 

-¿La vais a pervertir?- concluyendo con una risotada.- Te diré algo en cuanto sepa. 

-¡Muy bien! Te dejo, que la plancha te está esperando. 

-Que comprensiva… ¡Besos! 

-Ciao,¡Muaks! 

Se dispuso a planchar imaginando a Ángel. Como se movía, como miraba, como bailaba a la vez que iba desnudándose. Y de esta manera, le fue más llevadera la tarea. 


Tres días después Vero le confirmó a Belén que iría. 


-¡Muy buenas! – Saludó sonriente Vero en cuanto llegó a la barra del local, viendo a Belén y a Ángel. 

-¿Tú crees? – Preguntó Ángel con tono dudoso sin parar de mover sus dedos. Iba vestido con una camiseta blanca ajustada que le marcaba los bíceps, con unos tejanos azules y unos zapatos negros. Sus ojos verdes atrapaban la atención de cualquier fémina y con su labia podía llegar a engatusarlas. 
La expresión sonriente de Vero se tornó a interrogación y se quedó viendo a Belén. 

-Llegamos hace poco y está muy nervioso. Tú dale algo con que entretenerse y ya verás cómo se le pasa.- Sus rizos castaños no paraban de oscilar cada vez que hacía un gesto. Junto con los ojos marrones claros y la boca de piñón le endulzaban la cara. Iba vestida con un corset negro marcando la forma de su torso y realzando sus pechos generosos, con un pantalón blanco ceñido y unos zapatos negros que le daban un aire muy elegante y sofisticado. 

-Bueno… Ya si eso lo puedo ir calentando.- comentó Vero pícaramente y mordiendo el labio inferior.- No se había arriesgado mucho con el vestuario, llevaba puesto un vestido negro que ya le había dado un par de usos.  Los zapatos negros atados al tobillo le estilizaban las piernas. 



Las personas presentes rieron a carcajadas. Vero aprovechó ese momento para presentarse y conoció a la amiga de Ángel, Noelia.  Le fascinó tanto su belleza como su energía que iba irradiando. Morena, con una larga melena, unos ojos negros vivarachos y unos labios rojos sensuales. Subida a unos tacones que le hacía más alta, lucía un vestido largo negro de escote de honor. 

El cachondeo y el flirteo empezaban a aflorar en la estancia, dejando menos presentes de los que había. Quedando solo Ángel, Belén, Noelia y Vero. 

-Bueno…mejor pasamos a la sala, estamos más cómodos y disfrutamos antes de que salga a escena. 

Estuvieron de acuerdo y avanzaron hacia el salón. Iluminado con luz tenue. Lo recorrieron despacio pudiendo apreciar a las parejas y la decoración. 
Se situaron en el tresillo que estaba contra las cortinas. Las tres chicas y el chico se enzarzaron en conversaciones animadas a la vez que la pareja se hacían carantoñas. Echando de vez en cuando vistazos al ambiente. Había y muy buen rollo. Gozaron de ese momento largo y tendido hasta que Ángel comentó: 

-El escenario me espera.- con tono de hacerse el interesante.- Me voy a preparar. 

Belén les contó el cambio de ropa y la canción que se pondría como principal para él solo. Y siguieron con sus cuchicheos. 

Hubo un momento que dejó de sonar música y vieron a la gerente abrir las cortinas del baile oscuro que se convertía en escenario. En cuanto se salió empezó a sonar una guitarra eléctrica. Al mismo tiempo que aparecía Ángel con pasos lentos y sensuales sonó la voz de una chica cantando: 

He doesn’t mean a thing to me
just another  pretty face to see
He’s all over town, knocking’em down, honey
I’d never let him next to me
 

La canción era: He's a dream - Shandi Sinnamon

Una vez agarrado a la barra de striptease, siguió bailando muy provocativamente al son de la canción sin dejar de ver a las personas, pero especialmente a las tres chicas del fondo, y se quitó la chaqueta. Ellas mostraban una gran sonrisa. Cada una disfrutaba del sentido de la vista. 
  
En el momento del estribillo que es cuando cobra energía y fuerza, él se movía bruscamente y empezaba a deslizarse por la barra como una serpiente. Y empezaba a hacer piruetas. A medida que avanzaba la canción él seguía con la marcha de su baile. E iba despojándose de la camisa y camiseta. Lanzándolas al público. Y sin parar ni un momento, en los estribillos de la canción animaba con gestos a que la gente aplaudiera y le siguiera el ritmo. Estando semidesnudo, sus músculos del torso destacaban cada vez que hacía un movimiento. 

Todas las personas le estaban prestando atención y aplaudiendo animadamente. Con maniobras que se percibían poco, se quitó los zapatos y los calcetines. Siguió concentrado en su baile hasta colocarse de espaldas a los individuos. Procedió a despegar un lado de su pantalón, a la altura del tobillo, y del otro lado. Meneando su culo primero, acto seguido inclinándose un poco hacia adelante, sacó el pantalón de un tirón. Mostrando un culo pequeño y las piernas tonificadas. Enseguida se oyó algún que otro grito alborotador y silbidos que venían del fondo. 

Expuesto en tanga, de color negro, reanudó su baile sin dejar de sonreír. Belén canturreaba las últimas frases de la melodía. Era el final. Ella y Vero se quedaron viendo a Noelia cuando se levantó. Cuando observaron que se dirigía hacia los servicios, comprendieron rápidamente. Volvieron con la vista al escenario y comprobaron que Ángel descendía las escaleras. Con una nueva balada de fondo. Él, acercándose a cada chica posible, le propinada una caricia suave por la cara o por el hombro. Fue avanzando hasta llegar al tresillo de fondo. Su mirada se cruzó con la de su novia, le robó un beso pasional y le agarró la mano a Vero, queriendo levantarla. Ella se revolvió en el asiento mientras pensaba ‘¿Por qué yo?’. A lo que Ángel le contestó con la mirada. Como iba a negarse… 

Cuando los dos subían las escaleras se oía la voz del cantante. Su voz ronca y poderosa delataba quien era. Y con tan solo el sonido del piano al inicio, Vero había adivinado la canción. Todo un clásico: Unchain my heart - Joe Cocker

Atrapándole él las manos, se las apoyó en la barra de striptease. Colocándose uno enfrente del otro. Él comenzó por moverse sensualmente e indicándoselo a Vero con la mirada. Ella intentaba imitarle. Con gestos sugerentes, moviéndose alrededor, descendiendo su cuerpo provocativamente y meneando su culo. Empezaba a  soltarse un poco. De repente, Ángel se situó detrás de ella. Mientras le acariciaba los hombros y desabrochaba el vestido, le susurraba: 

-Piensa que estamos solos. Tú y yo. ¡Demuéstrame que me harías! 

Ante esa frase, como si le diera a un botón, a Vero se le disipó las inseguridades, por la expectación de la gente. Ángel se colocó delante de ella, rozando con sus manos las caderas, pero se vio sorprendido cuando fue apoyado contra la barra y su torso fue acariciado con vehemencia. A él se le iluminaron los ojos y sonrió con malicia. De seguido, ella, siguiendo el ritmo de la canción, se contoneó con salero alrededor de Ángel hasta que lo colocó a la vista de los sillones. Y de esa manera, dando ella un paso hacia atrás, se inclinó hacia adelante. Lamiendo desenfrenadamente  los pechos y pezones de él. A la vez que se subía su vestido dejando entrever su culo respingón. Él empezaba a resoplar. 

De ahí a un poco, él la enderezó y se pegó a ella. Ante el momento de excitación que acababa de vivir, al estar a milímetros de su boca, le parecía una tentación imposible de caer. Quería aguantar, llegar a un punto al que la culminación sería grandiosa.  La esquivó pero era un poco difícil. Ella jugaba mucho con la boca. La entreabría, dejaba asomar la lengua, se mordisqueaba el labio inferior… Él, posó su dedo en la boca femenina pero que enseguida lo atrapó para lamerlo y succionarlo. Sin parar de mirarle a los ojos. 

Rápidamente él danzó con ella y con la barra en medio. La desinhibición se apoderó de ella y sentía que estaba a solas con él, con nada alrededor. En aquel momento solo escuchaba la canción, y sintiéndola, le mostraba a Ángel su baile provocador  y mirándole con lascivia como nunca lo había hecho. En un momento, él aprovechó para desprenderle sutilmente del vestido. Quedando en ropa interior y con sus taconazos. 

Él, ya no aguantaba más. Se lanzó a darle un beso muy húmedo con bastante ímpetu. La excitación de ambos subía demasiado rápido, por todo. 
Siguieron con su particular danza y sin dejar de sonreír. Ángel, muy pillo, reteniéndola enfrente de él, le desabrochó el sujetador. Le bajó una asa, le bajó la otra y manteniéndoselo un par de segundos, momento que aprovechó para manosear sus pechos cubiertos, se lo quitó y lo lanzó con ganas hacia el fondo. Llegó a donde estaba Noelia. Los pechos liberados se movían a cada paso que Vero hacía. Redondos y grandes con unos pezones rosaditos. 

Entre vuelta y vuelta, estando los dos semidesnudos, experimentaban la sensación de exhibicionismo. A ella nunca le había llamado la atención, pero esa noche y con Ángel, al final lo estaba disfrutando.  Los coros de la canción les indicaban que estaban en el final, así que entre roces suaves, movimientos muy provocadores y lengüetazos terminaron el baile. 

En cuanto acabó de sonar la última tecla del piano, Vero y Ángel se encontraban fundiéndose en un beso. Fueron interrumpidos por unos aplausos que resonaron por toda la sala del local. Los dos vieron que toda la gente estaba aplaudiendo y sonriendo. Ellos se sentían totalmente agradecidos y se retiraron. Tenían que darle solución sus deseos. 
Y apareció la gerente recogiendo el vestido de ella y cerrando las cortinas.